- Gonzalo Quiroz, jefe de la Reserva Nacional de Paracas, explicó que el pico más alto de casos de pesca con explosivos en la zona se registró en 2010.
La Reserva Nacional de Paracas tiene una extensión de 335 mil hectáreas, es el segundo destino más visitado del país y tiene un gran potencial de desarrollo económico debido a su biodiversidad que atrae el turismo y permite la pesca artesanal, la cual brinda trabajo a más de 2000 personas. Sin embargo, a pesar de su importancia, no está libre de amenazas, entre ellas la pesca ilegal con explosivos.
En una reciente entrevista con RPP, Gonzalo Quiroz, jefe de esta área protegida, informó que el Servicio Nacional de Áreas Protegidas por el Estado (Sernanp) desarrolló una iniciativa colaborativa que une a los 24 guardaparques de la zona y a 150 pescadores artesanales con el fin de proteger la integridad de la reserva ante la pesca con explosivos.
“Gracias a este trabajo conjunto que tenemos con los pescadores artesanales, desde el año 2010 hemos arrestado a malos pescadores que practican la pesca con explosivos, y el año 2023 detuvimos a un pescador en flagrancia. Gracias todo este trabajo realizado con los aliados, tenemos una reducción del 95 % de incidencias de pesca con dinamita”, indicó Quiroz.
El jefe de la reserva indicó además que el pico de reportes de este método de pesca ilegal fue en 2010, con 20 casos, y por ello se ha coordinado con los pescadores artesanales para establecer un sistema de vigilancia.
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Pesca industrial y cambio climático
Además de la pesca con explosivos, una nueva amenaza surgió a principios de este año, cuando el sector empresarial inició un proceso legal para permitir la pesca industrial en esta área protegida.
Sobre ello, la Junta Nacional de Justicia, ante una demanda de acción popular interpuesta por la Sociedad Nacional de Pesquería (SNP), decretó que la Reserva Nacional de Paracas no es una zona en la que se pueda realizar pesca industrial, como señalan los documentos de gestión de la reserva, que tiene ya 49 años de creación.
Sin embargo, a pesar de la pesca con explosivos y el intento de establecer la pesca industrial en la reserva, para Gonzalo Quiroz, uno de los peligros más amenazantes es el cambio climático.
“[Los efectos de] el cambio climático son un escenario más constante. Hemos tenido un fenómeno El Niño y justamente los pescadores también sienten ese golpe por los cambios en la corriente y temperatura. Con ellos estamos trabajando alternativas económicas, una es el turismo vivencial para que los pescadores trasladen sus experiencias, que son muy hermosas, a las personas que visitan el área natural protegida”, expresó.
Para Quiroz, proteger la integridad de la reserva implica salvaguardar su potencial de desarrollo, pues “la biodiversidad, la belleza escénica del desierto y el buen estado de conservación permiten que existan estas visitas […] y hay pescadores y maricultores que realizan buenas acciones y eso también nos podemos llevar como experiencia compartida como peruanos”.
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