El ejemplo de Leyda Rimarachín: Salvó un bosque para salvar muchas otras vidas

jueves 7 de marzo, 2019

  • A través del Área de Conservación Privada Bosque Berlín, Leyda y su familia protegen a diversas especies amenazadas, entre ellas el mono choro de cola amarilla, cuyo hábitat ha sido destruido en un 50 %.

Por Jaime Tranca / jtranca@spda.org.pe

 

Siempre vivió en el campo, en medio del bosque de neblinas de Bagua Grande, Amazonas. Su cercanía con la naturaleza la llevó estudiar Ciencias Biológicas en el 2001, año en que decidió iniciar un proyecto: convertir el predio familiar en el Área de Conservación Privada Bosque Berlín.

Se trata de Leyda Rimarachín, una peruana que con humildad, perseverancia y creatividad ha logrado hacer realidad el sueño que empezó a diseñar desde que terminó el colegio. Ahora es un ejemplo que muchos están siguiendo en su región y en el país, especialmente personas que quieren dedicar su vida a la conservación de nuestra biodiversidad.

Su incansable trabajo y el de su familia no solo ha permitido mantener un bosque en pie, sino además ha salvado a las especies que allí habitan: aves, reptiles y mamíferos como el mono choro de cola amarilla, que solo vive en el Perú y cuyo hábitat ha sido destruido en un 50 %.

La motivación de Leyda es conservar el entorno natural donde vive, concientizar a quienes la rodean, inspirar y dejar un mundo mejor para las futuras generaciones. Debido a esta pasión por la naturaleza, Leyda fue reconocida con el Premio para la Conservación Carlos Ponce del Prado en el 2013, en la categoría Joven Destacada.

¿Cómo nació la idea de convertir el predio familiar en una ACP?

Empezamos esta iniciativa cuando me mudé a Trujillo a estudiar Biología. La idea nació en el 2001, cuando se tuvo la Reglamentación de la Ley de Áreas Naturales Protegidas, donde se menciona a las áreas de conservación privada. Justo ese año esa ley llegó a mis manos y me dije que ese tenía que ser el proyecto para mi familia y el Bosque Berlín.

¿Qué le pareció la idea a tu familia?

El terreno lo tenemos desde 1985. Desde que empecé a estudiar, el bosque sirvió para hacer diversas investigaciones y eso me permitió descubrir las bondades que tiene el lugar. Cuando propuse este proyecto a mi familia, les encantó la idea. Entonces empecé a hacer estudios de investigación sobre aves, mamíferos, entre otras especies. Cuando terminé la universidad ya tenía una base de información importante para justificar lo que queríamos proteger y lo que queríamos que sea reconocido.

¿Cómo fue el proceso para obtener el reconocimiento?

Demoró mucho. En el 2008 presenté el proyecto y tuvo muchas observaciones, sobre todo porque el título que teníamos no tenía base catastral. Solo un documento solicitado en Sunarp demoraba más de un año, pero no me rendí a pesar de que estas cosas te bajan la energía. Siempre me mantuve firme, a pesar de que mi mamá en un momento me dijo que ya dejara esto. Mientras demoraba, yo seguía haciendo investigación y llevaba investigadores a la zona de diversos países. Felizmente la SPDA me apoyó con los trámites y logramos el reconocimiento en el 2013.

Mono choro de cola amarilla. Foto: Conservamos por Naturaleza

¿Qué es lo que más resaltas del Bosque Berlín?

En nuestra ACP puedes observar sin tanto esfuerzo al mono choro de cola amarilla en su hábitat natural. Los visitantes también pueden ver todo el proceso de fabricación de productos como la panela, que sirve a su vez como insumo para fabricar otros productos.

¿Cuántas visitas reciben al año?

Al año recibimos más de 300 personas. Ofrecemos, por ejemplo, un paquete de tres días, incluyendo hospedaje, guiado, entre otros servicios. Por el momento estamos trabajando en tener algún apoyo del Estado en el tema de promoción turística sostenible Ahora solo trabajamos a nivel de redes locales con la misma visión.

¿Cuál sería el consejo para otras personas que quieren seguir los pasos de tu familia?

Yo les diría que, si tienen una idea y están convencidos de lograrlo, que se convenzan de que no será fácil realizarlo porque las cosas buenas cuestan, pero los beneficios son grandes. No deben desanimarse, hay gente que los puede inspirar y hay que buscarlos para contagiarse de esa energía para seguir teniendo esperanza. Si emprenden algo, busquen aliados.

Leyda cuenta que el ACP se llama Bosque Berlín porque el nacimiento del lugar tiene una historia parecida con el origen de la capital alemana. “Mi familia se decidió a mudarse al otro lado del río y le dijeron que estaba loco. Con el tiempo les demostramos que nuestra locura ha sumado y hay más locos ahora que siguen nuestros pasos”.

 

Conoce más sobre el trabajo de Leyda y su familia en el Bosque Berlín:

ACP Bosque Berlin from Conservamos por Naturaleza on Vimeo.

Ver además:
¿Qué opciones existen para emprender una iniciativa de conservación privada en el país?