[Opinión] 12 de octubre y el diálogo intercultural

Foto: Diego Pérez

 

Con la Biblia en la mano izquierda y el crucifijo en la otra, el sacerdote Vicente de Valverde espeta al soberano inca: «Aquí está el dios verdadero y la verdadera religión». Y remata: «todo lo demás es cosa de burla». Atahualpa, el 16 de noviembre de 1532, después de inspeccionar la Biblia la arroja al suelo diciendo: «¿Qué, ¿cómo a mí no me lo dice? ¡Ni siquiera me habla el dichoso libro!»

Nueva crónica y buen gobierno

Felipe Guamán Poma de Ayala

 

Escribe Valeska Ruiz / Programa de Biodiversidad y Pueblos Indígenas de la SPDA

El 12 de octubre de 2009, en el Perú se declaró el Día de los Pueblos Originarios y del Diálogo Intercultural, a través de la Ley 29421. Como recordamos, ese año ocurrió “El Baguazo”[1], uno de los conflictos sociales más graves, trágicos y emblemáticos del país en los últimos tiempos, según resaltó la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Este suceso, nos permitió recoger lecciones sobre la interculturalidad, una palabra que debería ser la más usada cuando nos interpelamos sobre democracia y garantías para los derechos fundamentales en el Perú, cuando analizamos y promovemos las políticas públicas, o cuando elegimos a nuestras autoridades. Este imperativo se sustenta fácilmente con la afirmación «no hay país más diverso», palabras expresadas por el antropólogo Carlos Iván Degregori hace más de dos décadas.

De acuerdo al Censo Nacional de 2017, el 25.8% de personas mayores de 12 años en el país se autoidentifica como perteneciente a uno de los 55 pueblos indígenas u originarios. A ellos se suman los peruanos identificados con el pueblo afrodescendiente, las comunidades china y japonesa, entre otras.

La identidad es la representación continua y perfectible que cada persona se autorrealiza, reúne un sinnúmero de elementos y vivencias que son organizadas de una manera única y particular (Tubino y Flores, 2020). Para los pueblos indígenas, la conciencia de su identidad debe ser considerada como un criterio fundamental para determinar la pertenencia a dicho grupo, se le conoce como el elemento subjetivo en la constitución de la identificación, de acuerdo con lo señalado en el artículo 1 del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo.

¿Existe relación entre el diálogo intercultural y la democracia?

La interculturalidad es una forma de relacionarse entre personas de diferentes horizontes culturales. Sin embargo, se expresa de formas contrapuestas, por un lado, la interculturalidad positiva hace referencia a las relaciones de interaprendizaje basadas en el respeto y las valoraciones positivas y recíprocas sobre dignidad, diferencias, diversidad. Este intercambio tiene un marco de relación de confianza, solidaridad y reconocimiento mutuo. En contraposición, la interculturalidad negativa se refiere a las relaciones de discriminación y menosprecio por razones culturales; son parte de procesos de estigmatización sistemática, materializándose cuando una cultura dominante, usualmente no mayoritaria en número de personas, determina las jerarquías y las relaciones de poder que les favorece y excluye a otros grupos del ejercicio de la ciudadanía calificándoles como subalternos o marginales. (Tubino y Flores, 2020)

La interculturalidad busca ser el intercambio equitativo entre culturas siempre que se propicien condiciones para dialogar. En ese sentido, se requiere identificar de qué manera la relación entre las personas se expresa, ¿positiva o negativa?

Son las mediaciones sociales, políticas y comunicativas, las que permiten construir espacios de encuentro, diálogo, articulación y asociación entre personas y saberes, sentidos y prácticas, lógicas y racionalidades distintas. En este contexto, la interculturalidad surge por la necesidad de confrontar el racismo y las desigualdades en los intercambios culturales, incluso entre iguales culturas y como parte de las estructuras e instituciones de la sociedad. (Walsh, 2009).

Foto: Diego Pérez / SPDA

Las ciencias sociales nos han expresado que la interculturalidad busca: (i) la ruptura de la idea sobre la existencia de culturas dominantes y otras subordinadas; (ii) cuestionar las estructuras coloniales del poder sobre el saber, el ser y las relaciones con la naturaleza; (iii) reconstruir las relaciones sociales, institucionales en base a la convivencia con respeto e intercambio, aceptación, entre todos los grupos sociales; (iv) reforzar y afirmar a las identidades tradicionalmente excluidas; (v) generar el respeto irrestricto al principio de igualdad y no discriminación.

Si bien hablar de interculturalidad abarca una dimensión más allá de lo étnico, nos vamos a circunscribir a la expresión de esta identidad para continuar esta reflexión conmemorativa, que se dirige a sentipensar sobre la interculturalidad como un proyecto ético y político para el reconocimiento y progreso democrático del país. En el Perú contamos con una diversidad de personas y grupos culturales, pero muchas veces esta diversidad es ajenizada para la cultura dominante, procurando subalternizar todas las relaciones, expresiones, saberes y sentires diferentes a dicha cultura.

Así, hablar de esto constituye la oportunidad personalísima para tomar posición, como coprotagonistas del diálogo y exigirlo desde nuestras autoridades. Lamentablemente, parecen oportunidades perdidas. Por graficar un ejemplo, ¿en cuántas oportunidades han surgido actitudes de interculturalidad negativa en ámbitos institucionales tan diversos como el Congreso de la República?

Haciendo memoria:

El 2007, la excongresista de la República representante de Cusco, abogada Maria Sumire, se expresó en quechua para juramentar hasta 3 veces por dicho cargo durante la ceremonia. Sin embargo, esta institución no estuvo preparada para promover el respeto por las diferencias dialécticas, pese a que habían transcurrido 14 años desde que la Constitución reconocía al quechua como idioma oficial. Este lamentable episodio suscitó de otras parlamentarias expresiones racistas. Todo surgió inclusive cuando, desde el 2003, la discriminación en el Perú es delito, y agravado al ser cometido por una persona en función pública.

Durante el último periodo de elecciones presidenciales hemos atestiguado lamentables expresiones basadas en diversas formas de discriminación y que dan cuenta del persistente rechazo a reconocer la diversidad de culturas que coexistimos en nuestro país. Tal vez la expresión recurrente de los últimos días está relacionada con el uso del sombrero del presidente de la República, profesor Pedro Castillo y frente a esto correspondería asumir una posición de interculturalidad positiva.

El diálogo intercultural es la posibilidad para dar paso a la interculturalidad positiva, reconociendo otras formas de saber, sentir y relacionarse entre las personas. Este permite deconstruir los prejuicios y estereotipos que conducen a la discriminación y, en consecuencia, dan pie a la ampliación de nuestros propios horizontes, trayendo consigo el enriquecimiento, y, sobre todo, la devolución de la dignidad, necesidad de garantizar derechos, acceso a la ciudadanía de las otras personas diferentes a nosotros; constituyendo así bases fundamentales para una ciudadanía democrática en el país y el mundo.

Es también la oportunidad para experimentar la interculturalidad crítica que permitirá rechazar aquellas prácticas negativas que promueven la discriminación, la cual, en su expresión estructural, continúa impidiendo el bienestar social general de las mayorías en el Perú. Esta postura crítica demanda analizar nuestra propia posición desde donde nos enunciamos. 

La interculturalidad es una actitud crítica, una manera de situarse ante la vida, de sentirla, de vivirla, desde una situación concreta.

(Tubino y Flores, 2020)

Constituye un proyecto ético y político ya que genera la justicia y fortalece la democracia social al dar las condiciones para que todas las personas sean reconocidas como ciudadanas. De esta manera se cumple el contrato social.

¿Qué hubiera sucedido si fray Vicente de Valverde le explicaba al inca Atahualpa que su libro era sagrado, reconociendo que, en la cultura incaica, eran otras las expresiones para la religiosidad?

Autoevaluemos dónde nos colocamos para el reconocimiento de la diversidad. ¿Será pertinente asumir una posición crítica y rechazar toda forma de discriminación para construir democracia en nuestro país? ¿Somos personas capaces de ejercer ciudadanía intercultural? ¿Podemos colocar al diálogo como nuestra herramienta para el reconocimiento? Si las respuestas son afirmativas, ¿acaso no ganamos todas las personas?

 

 

 

 

 

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[1] Conflicto que tuvo lugar en todo el territorio amazónico del país estallando en Bagua y Utcubamba, departamento de Amazonas. De acuerdo con la Defensoría del Pueblo (2009), este lamentable suceso dejó con un alto número de muertes de civiles y policías, entre ellos personas indígenas. Cifras oficiales señalan que fueron 33, 23 efectivos policiales, 5 pobladores mestizos y 5 indígenas.

 



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