Plásticos y cambio climático: una agenda común hacia la COP30
- «El tratado global sobre plásticos y la COP30 son parte de la misma hoja de ruta que necesitamos implementar para enfrentar la crisis ambiental».
jueves
7 de agosto, 2025

Foto: UNEP
Escribe: Isabel Calle / Directora ejecutiva de la SPDA
En los últimos tres años, los países han estado negociando un Tratado Global sobre Plásticos, con el objetivo de frenar la creciente contaminación que afecta nuestros océanos, nuestros ecosistemas y a nuestras comunidades. Se trata de un instrumento legal fundamental que busca regular toda la cadena del plástico, desde su producción hasta su disposición final.
En este contexto, es importante que recordemos que la contaminación por plásticos y la crisis climática están estrechamente interrelacionadas. La mayoría de los plásticos se fabrica a partir de combustibles fósiles y genera emisiones significativas de gases de efecto invernadero en todas las etapas de su ciclo de vida: desde la extracción de petróleo y gas, la producción industrial, el transporte, hasta su eliminación por incineración o acumulación en rellenos sanitarios o porque son de abandonados en los ecosistemas. Al mismo tiempo, como ya se ha evidenciado a través de distintos informes, los fenómenos climáticos extremos como tormentas o inundaciones agravan la dispersión de residuos plásticos, afectando directamente a las poblaciones vulnerables y a los ecosistemas naturales.
Por lo tanto, avanzar hacia un tratado sólido requiere transformar los sistemas que producen, consumen y gestionan plásticos. No basta con eliminar algunos productos visibles y que pueden sustituirse con facilidad como las bolsas de plástico se requiere transformaciones significativas en campos más difíciles de sustituir como en el sector salud, donde se requieren innovación y financiamiento. De ahí la necesidad de reformular políticas, redirigir incentivos y fortalecer las capacidades locales para transitar hacia modelos circulares, que reduzcan la dependencia de plásticos vírgenes y promuevan soluciones sostenibles.
En este escenario, la oportunidad de contar con un tratado jurídicamente vinculante, con metas claras y plazos definidos de reducción, está hoy al alcance. Pero requiere voluntad política para cerrar los vacíos existentes, articular las distintas agendas y asegurar que los compromisos globales respondan tanto a la evidencia científica disponible como a las exigencias de la ciudadanía por soluciones urgentes.
La COP30, que se realizará a finales del 2025 en Belém do Pará (Brasil), será una conferencia decisiva no solo por su valor simbólico para América Latina, sino también porque visibiliza el rol fundamental de la Amazonia, de sus bosques, de sus pueblos indígenas y sus ecosistemas en la regulación del clima y la conservación de la biodiversidad. Asimismo, nos da la oportunidad de contar con un espacio donde se articulen de manera efectiva los compromisos del tratado de plásticos con las metas climáticas globales. Integrar ambas agendas, la de cambio climático y la de contaminación por plástico, no es solo algo deseable, es algo indispensable para avanzar hacia una acción climática ambiciosa, justa y basada en derechos.
La 28ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28), celebrada en Dubái, marcó un hito al incluir por primera vez el llamado a “transitar fuera de los combustibles fósiles en los sistemas energéticos de forma justa, ordenada y equitativa”. Este reconocimiento, largamente postergado, abre la puerta a que la COP30 profundice ese mandato, estableciendo lineamientos más concretos y mecanismos de implementación que permitan acelerar la transición y cerrar brechas entre ambición y acción climática. Por ello, uno de los temas centrales de la COP30 será la necesidad de avanzar en la eliminación progresiva de los combustibles fósiles, principal causa de las emisiones globales. Esto incluye no solo su uso energético, sino también su vínculo directo con la producción de plásticos, una industria que sigue en expansión. Se espera que en Belém los países asuman compromisos más ambiciosos y claros para reducir la dependencia del petróleo y el gas, tanto en la matriz energética como en la industria petroquímica.
La coherencia entre el tratado de plásticos y los compromisos climáticos será clave para evitar responder con urgencia a la crisis ambiental que enfrentamos. El tratado global sobre plásticos y la COP30 son parte de la misma hoja de ruta que necesitamos implementar para enfrentar esta crisis.
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