Pese a emergencia por coronavirus: 3.4 millones no tiene acceso a agua potable

 

  • En el Día Mundial del Agua recordamos que cerrar la brecha de acceso al agua requiere acciones urgentes, como la mejora de la infraestructura convencional, la protección de la infraestructura natural, y el cambio de nuestros hábitos de consumo.

    

Actualmente vivimos en un Estado de Emergencia por la propagación del coronavirus (COVID-19) donde los hábitos de higiene, como el lavado de manos, son esenciales para proteger nuestra salud. Sin embargo, miles de peruanos no cuentan con el servicio básico de agua potable y alcantarillado.

Para cerrar esta brecha durante la crisis, el Gobierno anunció que se están implementando medidas para abastecer de agua a la población a través de camiones cisternas. En Lima, Sedapal, en coordinación con el Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento, anunció que 360 cisternas repartirán agua potable gratis durante el Estado de Emergencia.

“Aplaudimos las acciones del Gobierno Peruano y Sedapal para abordar la brecha del acceso al agua potable en el corto plazo con la implementación de cisternas, y esperamos que estos esfuerzos extenderán a inversiones necesarias en las redes, plantas y otras infraestructuras construidas que son necesarias para cerrar la brecha del acceso a agua potable”, dijo Gena Gammie, subdirectora del Proyecto Infraestructura Natural para la Seguridad Hídrica, Forest Trends. Sin embargo, consideró que “será en vano enfocar solo en esta infraestructura si no cuidamos el primer eslabón de la cadena de valor del agua, los ecosistemas que nos proveen de agua y que son cada día más amenazados: lagos y ríos sí, pero también bosques, bofedales, páramos y humedales”.

El caso de Lima

Lima es la ciudad de América Latina con menor capacidad de almacenamiento de agua por habitante (35 m3 por habitante versus 135 m3 de Santiago de Chile o 123 m3 de Bogotá).  Según un Estudio del Banco Mundial, se estima que, con las condiciones actuales, Lima solo podrá soportar un año con una temporada baja de lluvias.

La infraestructura natural –así como la infraestructura ancestral, como los andenes y las amunas– captan, infiltran y regulan el agua, y mantiene estables los suelos. Por lo tanto, resultan herramientas clave en la resiliencia del sistema de agua que abastece a la capital peruana y sus alrededores.

“Por un lado, estamos perdiendo la infraestructura natural que actualmente brinda servicios: por ejemplo, los bofedales de Carampoma (parte alta de Lima) se están destruyendo de forma acelerada por extracción ilegal para comercialización en viveros y proyectos inmobiliarios, por minería informal y construcción de carreteras (legales e ilegales). Por otro lado, la restauración y escalamiento de infraestructura ancestral como las amunas, presentes en Huamantanga, Lima, podría incrementar hasta en 33% la disponibilidad de agua para toda la ciudad y no la estamos aprovechando”, resalta Fernando Momiy Hada, director del Proyecto Infraestructura Natural para la Seguridad Hídrica.

Estas tendencias no solo se presentan en Lima. En el Perú, más de 140 mil hectáreas de nuestros bosques son deforestados al año; los ríos y ecosistemas son contaminados por la minería ilegal, las industrias y los desperdicios generados por las ciudades; asimismo, bofedales y páramos son depredados. Nuestros ecosistemas están sufriendo un deterioro acelerado y tenemos poca capacidad de respuesta.

La protección de bofedales y páramos es esencial para asegurar la disponibilidad de agua en el país, sobre todo en la capital.

Hacía un futuro resiliente

 “La buena noticia es que contamos con recursos financieros y conocimiento para empezar a construir sistemas robustos y resilientes. Ya podemos trabajar en la solución a estos problemas y frenar el deterioro ambiental con proyectos ecosistémicos que están en proceso de elaboración y que requieren mucha voluntad política para ser acelerados”, explica Gena Gammie.

Por su parte, Fernando Momiy  considera que “hoy tenemos la oportunidad de repensar nuestras políticas y prácticas para construir una sociedad verdaderamente resiliente: ¿será el momento en el que como ciudadanos nos empiece a interesar más lo que pasa en los ecosistemas naturales que nos permiten contar con el agua que necesitamos para vivir? ¿De entender que, sin esos guardianes y guardianas del agua, la mayoría viviendo en extrema pobreza y sin servicios básicos, no tenemos futuro?”.

DATO:

  • El proyecto Infraestructura Natural para la Seguridad Hídrica es financiado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y el Gobierno de Canadá, y liderado por Forest Trends, con sus socios CONDESAN, la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), EcoDecisión e investigadores del Imperial College London.


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