[Opinión] No habrá seguridad energética sin las energías renovables

  • «La disponibilidad de energía es esencial para el desarrollo, pero teniendo en cuenta que todos los tipos de fuentes tienen sus problemas y riesgos, es necesario ser estratégicos. Ante este mundo cambiante e impredecible (cambio climático, guerras, proteccionismo), es claro que no es responsable poner todos los huevos en una sola canasta».

sábado

1 de noviembre, 2025

Foto: Andina

Escribe: Enrique Ortiz*

 

 

En el año 2024, el presidente Daniel Noboa empezó su mandato corto con un gran problema. El país, inesperadamente, se quedó sin energía. Por espacio de más de dos meses hubo racionamientos diarios de electricidad de hasta por más de 12 horas. Imagínese, no hubo clases en las escuelas, y el acceso a internet o cualquier servicio básico o actividad que requiera electricidad pasó a hacerse entre medianoche y el amanecer.

Las personas que pudieron se equiparon con generadores de electricidad portátiles para cocinar, estudiar o cargar sus celulares. Y, a pesar de ser un país petrolero (con una producción decreciente), la disponibilidad de combustible se fue quedando corta para satisfacer la demanda local. Ni siquiera hubo para los generadores.

Algunos estiman el costo social y económico directo en miles de millones de dólares. La principal causa fue una sequía sin precedentes que dejó a sus represas, la fuente de la mayor parte de su matriz energética, con un flujo de agua insuficiente para operar. Y, una vez que empezó a llover, el problema energético se resolvió, pero pasó a ser otro, el de inundaciones fatales. Ahora, tiene que pensar en prevención.

Una crisis energética distinta, pero de gran impacto es la que aún se vive en Bolivia. Se les está acabando el “gas-de-cada-día”. Allá, donde los hidrocarburos (principalmente gas), además de ser una de sus principales entradas económicas, son también la principal fuente de energía primaria.

Esta escasez está ocasionando una seria crisis económica que ha dejado al país con una falta de liquidez de dólares, en una situación de emergencia que está afectando a las otras bases de su economía, como la industria agroexportadora y la minera.

Y, el costo sigue siendo enorme, también en el orden de miles de millones de dólares. A diferencia de sus vecinos, y a pesar de las semejanzas geográficas, en Bolivia la hidroenergía está alrededor del 25 %. Pero allá, y a diferencia de Ecuador, la razón de la crisis energética fue totalmente predecible. Por posturas políticas, ideológicas y negligencia, las alarmas fueron ignoradas y el país cerró las puertas a inversiones para renovar sus reservas. Pues, el concepto de energía no renovable no es literal.

Otra situación es la de Colombia, un país rico en energía. Aparte de ser el principal exportador de carbón mineral del continente, es y sigue siendo un país en gran parte dependiente de los combustibles fósiles. Sin embargo, el gas se les ha estado acabando, al punto que este año por primera vez en varias décadas ha importado gas para el consumo nacional. Pero a diferencia de Bolivia, las exploraciones para encontrar hidrocarburos -dentro y fuera de Colombia- han seguido a pesar de la retórica populista. La empresa del estado, Ecopetrol, se ha mantenido inmune a los vaivenes y discursos políticos. Y, para suerte de ellos, a fines del año pasado encontraron un depósito de gas que -según se proyecta- triplicará sus reservas por décadas.

Estas tres historias traen lecciones que se deben examinar con detenimiento. Pero central en ellas es la importancia de diversificar las fuentes de energía, como una estrategia para la llamada “seguridad energética”.

La disponibilidad de energía es esencial para el desarrollo, pero teniendo en cuenta que todos los tipos de fuentes tienen sus problemas y riesgos, es necesario ser estratégicos. Ante este mundo cambiante e impredecible (cambio climático, guerras, proteccionismo), es claro que no es responsable poner todos los huevos en una sola canasta. 

Y, esa diversificación de fuentes debe además ser pensada de manera que sea complementaria una a otra, y todas dentro de un marco de protección ambiental y social. Las inversiones para obtener energía, cualquiera sea y en particular los hidrocarburos, debe hacerse respetando los ambientes frágiles, la biodiversidad y las funciones ecológicas esenciales que mantienen el clima y alimentan a la población. Algo en lo que tenemos mucha experiencia es que sin la “licencia social”, todos pierden.

Hay una cuarta lección, esta vez positiva. Chile, que, entendiendo sus limitaciones en cuanto a fuentes de hidrocarburos, y de los riesgos que su explotación trae, ha empezado a aprovechar su apropiada geografía con mucho sol y viento. Apostaron al futuro con inversiones en energías renovables (solar, térmica y eólica) al punto que estas hoy conforman una tercera parte de su matriz energética muy por encima del resto de países latinoamericanos.

En esta línea, tanto Chile como Argentina están llevando una clara política de diversificación, con enormes inversiones para desarrollar las energías renovables y atraer tecnología energética. Pero vale anotar que la mayor parte son inversiones de China, el país líder mundial en ese rubro. Ejemplos que tal vez el resto de países tendrán que analizar detenidamente e intensificar esa agenda con el país asiático.

 

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* El artículo fue publicado originalmente en La Silla Vacía, el 1 de noviembre de 2025.

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