- “Su hábitat natural se encuentra en una constante degradación por contaminación química asociada con el vertimiento sin tratamiento de aguas residuales de urbes en continua expansión, por relaves de minería informal”.
- Este artículo forma parte del libro Por el mar del Perú que queremos. Ensayos del Curso de Capacitación en Derecho Pesquero 2023, publicado en agosto de este año por la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA).
Escribe: Kristhian Pinazo Beltrán*
El camarón de río (Cryphiops caementarius) es, posiblemente, el crustáceo endémico con mayor relevancia cultural y culinaria del Perú. Numerosos vestigios de culturas costeras confirman su extracción desde la época preínca y, en la actualidad, comprende uno de los recursos hidrobiológicos más costosos en el mercado nacional: puede alcanzar precios superiores a los cien soles por kilo (dependiendo del tamaño) durante fiestas religiosas y culturales como la Semana Santa.
Debido a su característica anfídroma, presenta una constante actividad migratoria a lo largo del río desde la desembocadura con el océano pacifico hasta aproximadamente los 2500 m s. n. m. Este patrón migratorio está asociado con su ciclo biológico y, a su vez, con el ciclo hídrico. De esta manera, durante el periodo de avenida (mayor caudal del río), las hembras migran a favor de la corriente hacia zonas de menor altitud para sus procesos reproductivos, mientras que, durante el estiaje (menor caudal del río), los nuevos individuos migran hacia mayores altitudes en busca de refugio y alimento, con lo que formarán parte del stock pescable (reclutamiento).
Es considerado el único recurso hidrobiológico de los ríos costeros del Perú que sustenta una pesquería comercial. Su mayor productividad se concentra en los ríos de la región Arequipa, donde se genera el 80 % de la producción nacional. Su pesquería es artesanal, manual, no embarcada y se destina al consumo humano directo. Debido a su elevada demanda comercial insatisfecha, es sometido a una fuerte presión pesquera, muchas veces incumpliendo la normativa (mediante métodos ilícitos, en lugares y periodos restringidos, a tallas menores a la talla mínima de captura).
Su hábitat natural se encuentra en una constante degradación por contaminación química asociada con el vertimiento sin tratamiento de aguas residuales de urbes en continua expansión, por relaves de minería informal (el río Tambo fue declarado en emergencia por peligro inminente ante la contaminación hídrica según DS 106-2021-PCM), y por pesticidas de la agricultura que, por escorrentía, llegan al cauce. A todo eso se suman las recurrentes alteraciones de la dinámica fluvial producida por actividades antrópicas de modificación del cauce por acciones de descolmatación, enrocado, extracción de material, canalización, construcción de infraestructura vial-hídrica.
El pescador camaronero, frente a una menor disponibilidad del recurso, se ve obligado a incrementar el esfuerzo pesquero, expresado en horas de faena de pesca, para mantener sus niveles de ingreso; esto sucede en un contexto en el que, además, compite con otros pescadores por la captura del recurso, lo que genera altos costos de exclusión y deriva en el fracaso de la óptima asignación de recursos pesqueros. Por ende, el pescador no se beneficia con posponer la captura bajo la esperanza de obtener camarones mayores y más valiosos en el futuro, debido a que otro pescador puede capturarlos en ese mismo lapso (Seijo et al., 1997). Estos desequilibrios, causados por la sobrepesca y la perturbación del hábitat, afectan la óptima renovación del recurso, lo que puede desencadenar un colapso pesquero.
[Lee el ensayo completo en el siguiente enlace.]
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*La sección “Debate Abierto” es un espacio de Actualidad Ambiental donde diversos especialistas publican artículos o columnas de opinión. Las opiniones son enteramente responsabilidad de los y las columnistas.
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