Nueva Ley de Pesca: cuatro cambios esperados para recuperar nuestro mar y beneficiar a los artesanales

Foto: Yuri Hooker

  • El próximo lunes 11 se debatirá, en la Comisión de Producción del Congreso, una propuesta normativa que plantea el Proyecto de Ley 828-2022, que tiene como objetivo modificar la Ley General de Pesca. Este artículo resume y explica cuatro puntos importantes que figuran en dicha iniciativa.

Por: Yuri Hooker / Biólogo, Gobernanza Marina de la SPDA

 

El mar peruano, que alguna vez fue considerado uno de los más ricos del mundo, ha ido decayendo poco a poco en los últimos 60 años. Existen, por ejemplo, diversas especies que casi han desaparecido, como el choro o la sardina peruana. Cada vez los pescadores invierten más tiempo y recursos en las faenas de pesca, pero obtienen menos ganancias. En el estado actual, solo hay algunos que ganan.

Gran parte de la problemática es el crecimiento descontrolado y desordenado de la flota artesanal. Sin embargo, dentro de esta categoría se considera, incluso como tal, a embarcaciones mecanizadas de grandes dimensiones y con un alto poder de captura, que distan mucho de lo que se puede considerar un trabajo artesanal de pesca.

Al cumplirse 30 años de la Ley General de Pesca, creada por Decreto Ley 25977, es necesario actualizar la legislación: considerando que tanto nuestras pesquerías como las necesidades de manejo de nuestros recursos hidrobiológicos y la conservación de los hábitats de los que dependen han cambiado en todo este tiempo.

En ese contexto, el Proyecto de Ley 828-2022, Ley General de Pesca, se ha venido gestando desde hace un año bajo el liderazgo del congresista Jaime Quito. El último lunes 4 de julio, la propuesta normativa no logró obtener el consenso de los integrantes de la Comisión de Producción del Congreso y se planteó una cuestión previa, con la finalidad de que los parlamentarios presenten sus propuestas de mejora al texto.

El próximo 11 de julio se discutirá nuevamente esta propuesta y se espera que se hayan tomado en cuenta los aportes presentados como parte de la cuestión previa. El congresista Quito, presidente de la Comisión de Producción, tendrá la enorme responsabilidad de lograr consensos para poder hacer realidad los cambios en las leyes que tanto esperan los pescadores artesanales para solucionar buena parte de su problemática.

En este artículo resumimos cuatro de las propuestas que incluye este proyecto de ley, que se espera sean mejoradas sobre la base de los aportes dados durante la última semana.

Foto: Yuri Hooker

1. La primera milla será resguardada solo para artes selectivas de bajo impacto ecosistémico que serán definidas por Imarpe

Las aguas costeras son las que presentan la mayor productividad y abundancia de organismos marinos en el océano. La biodiversidad -el número de especies diferentes viviendo en una misma área- usualmente también es mayor en aguas litorales y poco profundas. Aunque en el mar peruano se ha encontrado que en aguas por debajo de los 800 o 1000 metros de profundidad también existe una gran diversidad de especies, es de poca abundancia si la comparamos con aguas más litorales.

La gran diversidad y abundancia en aguas costeras se deben principalmente a 3 factores muy importantes y relacionados entre sí: la luz solar, los afloramientos y la abundancia de oxígeno.

En aguas a menos de 100 metros de profundidad, los nutrientes de los sedimentos del el fondo marino son llevados a la superficie por las corrientes y la fuerza de rotación de la tierra. Al llegar a la superficie, estos nutrientes sirven de alimento a una densa masa de fitoplancton que vive en los primeros metros de la superficie y que, con la energía solar, producen oxígeno mientras fotosintetizan, se nutren y se reproducen. Estos mismos nutrientes, en aguas más costeras, nutren a densas praderas de algas de todos los tamaños y colores, desde las de pocos milímetros, hasta las gigantescas algas pardas que pueden llegar a medir más de 15 metros, formando densos “bosques” submarinos.

En aguas costeras, grandes bancos de diversos moluscos filtradores también se alimentan del abundante plancton que tiñe de verde las aguas costeras de nuestro mar. Sobre las rocas y en la arena, abundan los filtradores como los choros, almejas, conchas de abanico, machas, conchas navaja y palabritas. A ellos se los comen otros invertebrados bentónicos como los caracoles negros, chanques, cangrejos, estrellas de mar y pulpos. Tras ellos también están numerosas especies de peces que capturan invertebrados, como las chitas, pintadillas, tramboyos, lornas, corvinas y otros peces cazadores de peces, como los lenguados, meros y robalos.

Los pescadores artesanales selectivos también pescan aquí y su trabajo depende del cuidado que se de a la línea más costera del mar. Resulta clave que de la misma manera como lo han hecho países vecinos como Chile y Ecuador, se establezcan mayores restricciones en la primera milla náutica marina y se priorice a los pescadores que usan artes de pesca selectiva. Esta medida será clave para los miles de pinteros, extractores de mariscos y pescadores con redes no activadas, que capturan recursos de manera selectiva desde sus balsillas, pequeños botes, desde los acantilados y en las orillas del mar.

Foto: Yuri Hooker

2. La protección de las 5 millas de embarcaciones de cerco

La franja litoral, hasta las 5 millas mar afuera, es un área de especies que solo viven ahí asociadas a los fondos poco profundos, a las praderas de algas, a las aguas oxigenadas, a los fondos arenosos removidos por el oleaje y la abundancia de alimento. En aguas abiertas, cardúmenes de pejerreyes, lisas, caballas y enormes masas de juveniles de anchoveta cruzan el mar, mientras las aves guaneras de las islas cercanas se lanzan a su captura.

En este escenario de abundancia, pescadores artesanales pescan y extraen mariscos para alimentar a un país que no solo venera los productos marinos, sino que, además, ha posicionado su gastronomía a nivel mundial.

La mayoría de pescadores artesanales no tienen posibilidad de alejarse mucho de la costa pues usan embarcaciones pequeñas y artes de pesca útiles solo en aguas poco profundas o de operación enteramente dependiente del trabajo manual. La mayoría de estos artes y métodos de pesca legales que utilizan son de bajo impacto en el ecosistema, pues son selectivos o pequeños, comparado con otro tipo de embarcaciones que, al tener equipos mecanizados, pueden operar redes de gran tamaño y de forma rápida, generando gran impacto en las especies costeras y afectando incluso el fondo marino ya que arrastran y alteran su condición natural.

Antiguos pescadores, como Nemesio Fiestas Pasos de San José, cuentan que hace décadas la pesca era abundante en el litoral. Pescaban solo lo que necesitaban en poco tiempo y cerca de sus puertos, pues había pescados y mariscos para todos y les quedaba mucho tiempo para charlar y dedicarse a la familia. Todo esto cambió en los años 60, cuando empezaron a entrar las bolicheras y a llevarse todo y en grandes cantidades. En pocos años ya no había casi nada.

Es que las bolicheras y sus grandes redes de cerco, usadas en aguas litorales, capturan cardúmenes enteros, toneladas de especies que los artesanales extraen selectivamente con anzuelos y pequeñas redes estáticas. Además, en muchos casos, las redes de cerco arrastran sobre el fondo llevándose a innumerables especies no comerciales y matando a los juveniles pequeños de las especies de las que dependen los artesanales locales.

Los pescadores artesanales llevan décadas solicitando que las bolicheras y sus redes de cerco dejen de destruir sus zonas de pesca y que operen fuera de las 5 millas. Lamentablemente, la presión de quienes usan redes de cerco llevó a introducir en la legislación que las embarcaciones de pesca de hasta de 32 toneladas de bodega sean consideradas artesanales. Ello, a pesar de tener maquinaria para mover sus enormes redes, rompiendo el principio que debería primar para ser artesanales: que las operaciones de pesca sean manuales, sin utilizar maquinaria.

Este concepto perdura hasta el día de hoy, así como se mantiene la lucha de los artesanales para que este tipo de pesca poco selectivo salga de la estrecha zona de pesca de las 5 millas donde ellos pueden trabajar. Como dice don Abelino Ramírez, de la Asociación de pescadores de Ancón, “las bolicheras tienen 995 millas para depredar y no se van a meter a una pequeña franja [de 5 millas] que nosotros vamos a cuidar”.

Pero la pesca con redes de cerco o boliche no lo es todo. Peor aún es el efecto destructivo de la pesca de arrastre que, como su nombre lo indica, arrastra sus redes con cadenas capturando todo lo que vive en el fondo y destruyendo el hábitat por años. A pesar de estar prohibida dentro de las 5 millas, en el norte del Perú en Piura y Tumbes, decenas de estas embarcaciones ilegales operan sin mayor problema y sin tener siquiera permisos de pesca o matrícula.

La nueva Ley de Pesca propone excluir a las redes de cerco (con la excepción del cerco manual) de las primeras 5 millas. Los gremios de armadores cerqueros se han opuesto y hay una contrapropuesta para que solo puedan operar desde la milla 3. Este lunes se discutirá este tema, con una oportunidad para que los congresistas den el marco legal con una protección efectiva de las 5 millas y se reclasifique a las embarcaciones pesqueras, protegiendo el trabajo manual que realizan miles de pescadores artesanales y separando de la clasificación de artesanales a las embarcaciones mecanizadas, sea cual fuera su tamaño, con quienes los verdaderos artesanales no pueden competir.

3. Ponerle freno a la construcción de más embarcaciones

Otro factor que ha afectado profundamente la disponibilidad de los recursos pesqueros dentro de las 5 millas, ha sido la proliferación de las embarcaciones pesqueras, algo que ya era evidente a inicios de la década del 2000.

El aumento constante del esfuerzo de pesca sobre las mismas áreas de pesca y los mismos recursos, harían que, tarde o temprano, estas pesquerías colapsen, pues el mar no es inagotable.

Por este motivo, desde el 2006, se prohibió la construcción de más embarcaciones artesanales y de menor escala para proteger los recursos y a los pescadores que ya existían. Sin embargo, a pesar de la prohibición, las embarcaciones se siguieron construyendo hasta el día de hoy, llegando a superar el número triplicado de las que existían previamente.

La construcción ilegal generó que hasta antes del 2020, casi el 80% de las embarcaciones de pesca artesanal y de mediana escala sean informales. Incluso, muchas no tenían permiso de pesca, matrícula, o peor aún, se encontraban varias operando con la misma matrícula clonada.

Además del incumplimiento obvio de funciones de las autoridades -tanto para impedir que se construyan más embarcaciones, como para dejar operar embarcaciones sin los permisos requeridos-, existen vacíos legales que permiten a los astilleros ilegales seguir construyendo embarcaciones sin que las multas sean disuasorias, por el poco costo que está establecido.

Años atrás se aprobó una ley que permite la interdicción, con la cual tanto astilleros como embarcaciones construidas ilegalmente pueden ser decomisadas, destruidas o inhabilitadas. Sin embargo, esta norma no incluyó que la construcción de embarcaciones ilegales era un delito penal y por ello las fiscalías no han activado procesos de interdicción.

La propuesta de nueva ley general de pesca debe incluir este aspecto para evitar el aumento de las embarcaciones y el esfuerzo pesquero, y para permitir formalizar y ordenar la pesquería. Así el mar podrá seguir proveyendo de sus riquezas a nuestros pescadores.

Foto: Yuri Hooker

4. Proteger el mar para pescar más

Es muy frecuente escuchar decir que el mar es de todos, pero, lamentablemente, eso también genera que se pesque donde sea y como sea. Cualquier intento de los pescadores locales por proteger sus recursos o parte de su litoral, se vuelve prácticamente imposible porque llegarán pescadores de otros puertos y se llevarán todo lo que encuentren, desanimando así los intentos por proteger sus zonas de pesca.

Hay muchos lugares del mundo donde los pescadores organizados de una localidad solicitan respaldo legal al gobierno para cuidar sus áreas de pesca o algún recurso que está sobreexplotado, cerrando así el área a un programa de manejo especial gestionado por ellos mismos. En otras ocasiones es el mismo Estado el que toma la iniciativa, organizando a los pescadores y dando las normativas para recuperar los recursos de áreas marinas determinadas.

Ese cuidado de un área o un recurso es la mejor manera para que las pesquerías subsistan en el tiempo, pues va a permitir que las especies crezcan hasta sus tallas reproductivas, tengan crías que repueblen el lugar y que, a su vez, dispersen huevos y larvas a zonas de pesca aledañas. Estos recursos recuperados luego podrán ser explotados con planes de manejo, con el fin de que no vuelvan a colapsar.

La creación de las zonas de reserva pesquera debe ser un punto clave en la propuesta para una Ley General de Pesca, como una figura de ordenamiento pesquero. No son áreas naturales protegidas, sino zonas que serán designadas con el aval del Instituto del Mar del Perú (Imarpe) para proteger hábitats críticos que ayuden a recuperar poblaciones y aumentar la productividad pesquera. Cabe mencionar que la ley actual ya permite el establecimiento de zonas reservadas como una medida de manejo.

¿Tenemos los peruanos estrategias y herramientas legales para recuperar los recursos pesqueros de nuestro mar? La nueva Ley de Pesca es una oportunidad para mejorarlas, ordenar el sector y recuperar los recursos que sustentan nuestras diversas pesquerías, en especial, a los pescadores artesanales, los más olvidados por nuestra legislación y la historia. Esperamos que esta oportunidad para generar los consensos necesarios para la renovación del marco legal pesquero, sea apoyada por más congresistas que muestren su liderazgo para lograrlo en el futuro cercano.

Foto: Yuri Hooker



COMENTARIOS FACEBOOK
OTROS


Comments are closed here.