Marlon del Águila: “Se puede hacer conservación desde la fotografía, pero también se debe cuestionar”

  • El fotógrafo ha sido incluido entre «Los 50 más creativos de Perú 2025». Desde la Amazonía, Marlon del Águila propone otras formas de mirar la naturaleza y la conservación. 

miércoles

21 de mayo, 2025

El fotógrafo peruano Marlon del Águila en el Bosque de las Nuwas. Foto: Archivo Marlon del Águila

El fotógrafo peruano Marlon del Águila en el Bosque de las Nuwas. Foto: Archivo Marlon del Águila

Por Sally Jabiel

 

Marlon del Águila Guerrero (Tarapoto, San Martín) es fotógrafo autodidacta y el primer peruano en integrar la Liga Internacional de Fotógrafos de Conservación. Con más de una década de trayectoria, su mirada desafía las narrativas dominantes sobre la naturaleza: no separa vida silvestre de las personas, ni la conservación de la justicia social. 

Este año ha sido incluido en la lista de “Los 50 más creativos de Perú” de Forbes y ahora participa en un proyecto innovador que cruza ciencia y saberes locales con el Instituto de Investigación de Humanidad y Naturaleza de Japón. Su obra ha sido expuesta en la Xposure Festival, uno de los eventos de fotografía más destacados del mundo, que se llevó a cabo este año en Sharjah, Emiratos Árabes. 

Desde la misma Amazonía, Marlon del Águila retrata la vida que resiste, pero también la que celebra.

—¿Cuándo sentiste que mirar no era suficiente y que tenías que contar lo que veías?

Comencé en la fotografía hace unos 15 años, por curiosidad. Me llegó una cámara compacta y, en el jardín de la casa de mi abuela, empecé a fotografiar flores e insectos. Descubrí que ese pequeño dispositivo tenía opciones ocultas que me permitían ver de otra manera. 

Pero no me dediqué a eso profesionalmente. Fue cerca del final de la universidad que empecé a recibir invitaciones a expediciones, como una arqueológica. Ahí comprendí que muchos fotógrafos cruzan el mundo para registrar lo que yo tenía a unos pasos de casa. Entonces me pregunté: ¿por qué esperar a que otros vengan a contar nuestra naturaleza, cuando nosotros mismos podemos hacerlo?

—¿Qué implica fotografiar la Amazonía desde adentro, cuando la mayoría de relatos visuales vienen desde afuera?

Después de casi 13 años trabajando, esa pregunta me resuena con más fuerza. He tenido la oportunidad de salir del país, de revisar la fotografía hecha sobre la Amazonía, los territorios indígenas, los trópicos. Y sí, en general, esas miradas han sido construidas desde el norte global y traen consigo sus referencias, sus prejuicios. Eso condiciona la manera en que encuadran lo que ven. Por eso necesitamos que quienes vivimos aquí contemos nuestras propias realidades. Se trata de construir también una mirada peruana y amazónica.

—¿Ha cambiado tu relación con la Amazonía después de 13 años fotografiándola?

Más que cambiar la forma en que la retrato, ha cambiado mi postura frente a ella. Con el tiempo me he vuelto más firme en lo que quiero mostrar. Una de las características de mi trabajo es mi cercanía con las personas y eso contrastaba con la experiencia que muchas comunidades habían tenido con otros fotógrafos. Me di cuenta de que esa cercanía, esa confianza, es una ventaja. 

También constaté que muchas de las miradas sobre la Amazonía están preestablecidas, incluso fotógrafos locales que intentan replicar lo que se espera en el circuito internacional. Creo que también podemos proponer otras formas de mirar. Por ejemplo, desde hace un tiempo, estoy trabajando en destacar la resiliencia a través de la alegría. En muchas comunidades, los problemas se enfrentan también desde el orgullo, la felicidad, no solo desde la denuncia y el dolor. Y eso también merece ser contado. Eso es parte de construir otras narrativas.

—¿Y se puede hacer conservación desde la fotografía?

Sí, pero también se debe cuestionar. Desde que empecé en la fotografía, me nutrí mucho de libros y  revistas, y conocí a la Liga Internacional de Fotógrafos de Conservación. Postulé en 2022 y fui el primer fotógrafo peruano, y hasta ahora el único,  en ser parte de esta red. 

Estar allí me permitió confirmar que, sí, estamos haciendo conservación desde la imagen. Pero también me llevó a cuestionar los conceptos con los que trabajamos. Incluso en esos espacios, los conceptos de conservación siguen estando definidos desde el norte global y eso deja fuera muchas voces del sur global. Por eso insisto en abrirnos a otras miradas y he tratado de impulsar que más fotógrafos latinoamericanos se animen a postular. Cuantas más perspectivas tengamos, más efectiva y justa será la conservación.

—¿Cómo abordas esa intersección entre personas y vida silvestre?

Para mí, fotografiar naturaleza no es separar vida silvestre de personas. En mi perfil lo digo claramente: soy fotógrafo de naturaleza, de personas y de vida silvestre. Porque somos parte de lo mismo. No se puede hablar de proteger una especie sin pensar en las comunidades que la rodean. La conservación tiene que incluirlas, y también respetar lo que ellas entienden por desarrollo, bienestar y futuro.

Cada vez que trabajo un tema, me cuestiono mucho. Una de las preguntas que más me he hecho es: ¿qué entendemos por conservación? ¿Quién define qué significa conservar? Frente a eso, mi manera de fotografiar es escuchando distintas voces y explorando otras formas de ver. Me interesa mostrar más que conflictos, también la dignidad, orgullo y alegría de lo que significa ser indígena, de lo que significa vivir en la Amazonía. Estoy explorando cómo, desde la fotografía, podemos aportar a la conservación, a los modelos de desarrollo, de felicidad y de identidad de las personas. 

—Este año entraste en la lista de los 50 más creativos de Forbes. ¿Qué significa para ti este reconocimiento?

La verdad me hizo pensar en algo que ya venía sintiendo desde hace un par de años: que puedo hacer mucho más, no por Perú, sino en Perú. Siempre que viajo, digo que soy de Tarapoto, de la Amazonía. He recorrido muchos lugares, pero casi siempre por proyectos de organizaciones y no he tenido todavía la posibilidad de recorrer el Perú desde mi propia mirada, con mis propios tiempos. Estar en esa lista me hizo pensar que quizás ahora puedo empezar a hacerlo. Que con un poco más de apoyo, podría desarrollar más proyectos con más libertad. Por eso agradezco este reconocimiento.

¿Cuál ha sido el principal reto en tu carrera como fotógrafo?

La invisibilidad desde provincia. Hay talento, incluso en contextos muy humildes, que quieren ver la fotografía como una opción de desarrollo. Yo trato de demostrar que sí es posible. Pero es difícil hacerse visible si no estás en Lima. En Perú, si eres de fuera de Lima, es como si no existieras. Por ejemplo, he sido reconocido en otros países, pero nunca me han invitado a una conferencia en Lima. No digo que en Lima no haya gente talentosa ni que no enfrenten barreras. Pero el país es mucho más que su capital y su costa. Hay jóvenes en provincia que, sin muchas oportunidades económicas, siguen apostando por contar historias desde sus territorios. Y eso también merece ser visto y apoyado.

—Entonces, ¿qué consejo le darías a esas nuevas generaciones de fotógrafos?

Lo más importante es ser legítimos. Ser coherentes con lo que fotografían y consigo mismos. Para hacer fotografía de conservación hay que respetar a la naturaleza. No puedes dañar a un animal solo por conseguir la foto perfecta. La realidad, con toda su complejidad, es mucho más valiosa que una imagen bonita. Y también invitar especialmente a más mujeres y a personas de la diversidad de género a sumarse en este camino. Necesitamos nuevas miradas, nuevos enfoques y cuestionarnos lo que ya existe.

 

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