Lima: 70 % de las viviendas son altamente vulnerables a un gran terremoto

  • 7 de cada 10 viviendas en Lima son informales, construidas sin asesoría técnica y podrían colapsar ante un sismo de magnitud 8 o más.
  • La ciudad enfrenta un «silencio sísmico» desde 1746, con un 80% de energía acumulada sin liberar. Expertos advierten potencial para un terremoto de 8.5-8.8 en la costa central.

viernes

20 de junio, 2025

Foto: Andina

Por Daniel Contreras Zuloaga / dcontreras@spda.org.pe 

 

El sismo de magnitud 6.1 el domingo pasado encendió las alertas en Lima Metropolitana. El movimiento telúrico dejó un muerto, más de 100 heridos y grietas en colegios, centros de salud y centros comerciales.

Este temblor le recordó a los limeños los riesgos que enfrenta la capital peruana ante eventos sísmicos. Desde 1746, no ocurre un mega terremoto en la región.

Alta informalidad

Según la ingeniera civil, Sandra Santa Cruz, dos factores principales determinan el riesgo de las viviendas e infraestructura: la ubicación -como el tipo de suelo- y las características mismas de las construcciones. 

“Podemos separar dos casos: la vivienda formal, realizada con asesoría técnica, y la informal, que suele ser autoconstruida sin respaldo profesional”, señala. 

De acuerdo a un estudio de la Cámara Peruana de la Construcción, el 70 % de las viviendas en Lima son informales, cifra que aumenta en las zonas periféricas. 

“No estamos preparados desde ese punto de vista estructuralmente. En lo formal hay márgenes de seguridad aceptados; en lo informal carecemos completamente de ese respaldo, y por eso estamos con mayor riesgo”, resalta la ingeniera e investigadora de la PUCP.

En zonas como arenales o laderas, este riesgo es el doble, advierte Santa Cruz.

“Aquí se combina la construcción inadecuada con el suelo inestable. Usar técnicas como pireas (muros sin mortero) en zona sísmica es inviable”, precisa. 

Foto: Andina

Soluciones parciales

Para Santa Cruz, la informalidad es algo tan generalizado que solo es posible adoptar medidas para mitigar la situación. 

“Se ha dejado crecer un problema monstruosamente por razones sociales y políticas. Esto pasa por la falta de vivienda social y espacios para personas de bajos recursos”, explica.

Según la ingeniera, reforzar las viviendas o reubicar a las personas en zonas de alto riesgo son alternativas, pero la solución global requiere decisiones políticas y financieras ambiciosas.

“Podemos implementar políticas que refuercen viviendas, eviten ladrillo pandereta o la construcción escalonada, que es algo arraigado culturalmente. Tenemos que cambiar ese paradigma de construcción”, exhorta.

“Otra solución parcial es impulsar programas de autoconstrucción dirigida, es decir, con asesoramiento técnico, algo que ya existe en otros países para reubicación de asentamientos en alto riesgo”, añade. 

Asimismo, según la ingeniera civil urge fortalecer espacios públicos ante emergencias. “Actualmente, no hay rutas de evacuación seguras ni zonas seguras porque el tejido urbano informal no lo permite”. 

Riesgo en la Costa Verde

El temblor del último domingo provocó el desprendimiento de rocas y tierra en varios tramos de la Costa Verde, especialmente en los acantilados de Barranco. Esto obligó a las autoridades a cerrar temporalmente algunos sectores de la vía por seguridad. 

“Zonas como los acantilados son por naturaleza inestables: se demuestra todos los días con piedras que caen”, dice Santa Cruz. 

Sin embargo, la ingeniera precisa que en la Costa Verde las inmobiliarias pueden recurrir a técnicas costosas como anclajes para las construcciones en estas áreas.

“Si se hace con garantías, se baja el riesgo a niveles aceptables. El problema viene cuando no se utiliza buena ingeniería, se aminoran costos, hay corrupción o error humano. Eso da falsa sensación de seguridad”, afirma.

Foto: Alejandra Ipince / AFP

Peligro de tsunami

De acuerdo con César Jiménez, sismólogo de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, un terremoto vendrá acompañado de un tsunami cuando se den las siguientes tres condiciones: que la magnitud sea mayor a 7, que el foco sísmico sea superficial y que el epicentro esté en el mar. 

En este escenario, zonas como la Costa Verde o La Punta, a pocos metros sobre el nivel del mar, son especialmente vulnerables.

Para Santa Cruz, en estas áreas es necesario estudiar el balance entre riesgo y necesidad de espacios públicos como playas y parques.

“Evacuar en caso de tsunami será catastrófico si no hay planificación. Debe haber más puentes peatonales diseñados para soportar los peores sismos”, señala la ingeniera civil.

Falta de preparación

Según una encuesta de Ipsos del 2021, solo el 12 % de peruanos tiene una mochila de emergencia, y apenas un 24 % conoce dónde están las zonas seguras en su casa.

En ese sentido, Santa Cruz resalta la urgencia de educar y sensibilizar a la población. 

“Es importante que las personas tengan listas sus mochilas de emergencia, conozcan zonas seguras en viviendas y barrios, rutas de evacuación, puntos de reunión y participen en simulacros”.

Para la experta, algunos simulacros no son tomados en serio por la población debido a que no se ejecutan correctamente y falta retroalimentación.

“Mucha gente no cree que los simulacros sirvan porque nunca se nos pregunta qué pasó bien o qué debemos modificar del plan. Involucrar a la población sería algo que nos serviría mucho mejor”, concluye.

Silencio sísmico

El último mega terremoto en Lima tuvo lugar en 1746, que provocó el tsunami que destruyó el puerto del Callao y mató a alrededor de 5 mil personas. 

Según el sismólogo César Jiménez, este sismo tuvo una magnitud de aproximadamente 9.0 Mw (magnitud momento), comparable al terremoto de Japón del 2011. 

Luego, otros grandes eventos sísmicos en la costa central peruana fueron el terremoto de Lima de 1940 (8.0 Mw), el terremoto de Huacho de 1966 (8.1 Mw), el terremoto de Chilca de 1974 (8.1 Mw) y el terremoto de Pisco en 2007 (8.0 Mw). 

Foto: Andina

“Esos cuatro terremotos han liberado solamente una fracción de toda la energía total acumulada desde el mega sismo de 1746: menos del 20%. Hoy en día, aún existe un potencial grande para la ocurrencia de un terremoto de magnitud 8.5 a 8.8”, sentenció el experto. 

Según Jiménez, es importante entender que las magnitudes son escalas logarítmicas. “Eso significa que un terremoto de magnitud 9 equivale exactamente a 32 terremotos de magnitud 8. Pero desde 1746, solo han ocurrido 4 terremotos de magnitud 8 en la zona central del Perú”, indica.

Además, el especialista señala que en el país existe un gap sísmico -un segmento de una falla geológica activa que no ha experimentado un terremoto grande en un largo período de tiempo– que se extiende de Paracas a Huarmey, con una longitud de alrededor de 470 kilómetros.

“Si ese gap se rompiera una sola vez, podría generar un terremoto de hasta 8.8”, afirma Jiménez.

Energía acumulada

Pero, ¿podría el último sismo haber liberado un nivel considerable de energía?

La respuesta es un no rotundo, precisa el sismólogo. 

“Dicho sismo fue de magnitud 6.1. Necesitaríamos 30 de esos terremotos para equiparar uno de magnitud 7, 900 para uno de magnitud 8 y 27 mil para uno de magnitud 9. En otras palabras, no ha habido ningún relajamiento significativo de la energía acumulada”, finaliza.

Foto: Andina

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