Resistir hablando: la urgencia de fortalecer las lenguas originarias amazónicas
- En el Día de las Lenguas Originarias, Eddy Peña, especialista en conservación y pueblos indígenas de la SPDA, plantea la urgencia de revitalizarlas como lenguas vivas, fundamentales para el presente y el futuro de los pueblos amazónicos.
martes
27 de mayo, 2025

Foto: Diego Pérez / SPDA
Escribe: Eddy Peña / Especialista en conservación y pueblos indígenas de la SPDA
Para los pueblos indígenas, sus lenguas originarias no son solo medios de comunicación, sino también repositorios vivos de sabiduría ancestral, cosmovisiones y memorias colectivas. Su cuidado es vital para la persistencia cultural de la gente que las habla. “Si se rompen los mitos, si se pierde el habla, todo se borra: se borra el mundo”, escribe Mario Vargas Llosa en El hablador, donde recrea esta realidad a través del personaje del «Hablador», quien encarna la figura tradicional del narrador itinerante entre los matsigenkas, encargado de transmitir oralmente los mitos, normas y conocimientos de este pueblo. Sostiene que, al perderse una lengua, se pierde también una manera única de ver y entender el mundo, un universo simbólico irrecuperable. Esta trama, a pesar de lo ficticio, nos revela que la protección de las lenguas originarias no es solo una causa cultural, sino también una forma de hacer prevalecer un sistema funcional, resistir al olvido, a la homogeneización y a la ruptura del vínculo entre las generaciones indígenas y su herencia espiritual y territorial.
Nuestra Amazonía es hogar de 51 pueblos indígenas en los que se hablan 44 lenguas. Herederos de conocimientos ancestrales sobre la biodiversidad, la salud y la convivencia social, son a la vez guardianes de una riqueza lingüística extraordinaria. El idioma es uno de los pilares más importantes de cualquier cultura y, para las comunidades nativas, la lengua originaria no es solamente una herramienta de comunicación: es el hilo conductor por el que se transmiten valores, saberes, historias, rituales, identidades, y lo más importante: el vínculo con el territorio. Cada lengua indígena amazónica viva es un indicador de una cosmovisión propia, persistente en el tiempo, el espacio y la gente. Cada lengua resguarda una manera de entender el mundo y es el instrumento principal para la transmisión intergeneracional del saber, asegurando que las nuevas generaciones mantengan viva su identidad cultural. Su pérdida no solo significa el silencio de una voz cultural, sino también la desaparición de un conocimiento irreemplazable para la humanidad. Por ello, el cuidado y mantenimiento de las lenguas amazónicas es una tarea urgente y colectiva, no solo para los pueblos que las hablan, sino también para toda la sociedad, que se enriquece con la diversidad cultural y lingüística como patrimonio vivo que aporta a un desarrollo más humano, respetuoso y coherente con la naturaleza.
[Ver además: El papa Francisco y el bosque indígena que le rinde homenaje en Madre de Dios]

Foto: Diego Pérez / SPDA
A pesar de su gran valor cultural, las lenguas originarias siguen siendo infravaloradas en la práctica. Nuestra historia republicana continúa marcada por una fuerte tendencia a la “castellanización forzada”, a través de un sistema educativo homogéneo aplicado indiscriminadamente a lo largo del país, el mismo país que se jacta de ser pluricultural y megadiverso, que viene erosionando sistemáticamente el valor de las lenguas originarias. Incluso hoy, muchos niños y niñas indígenas no acceden a una educación en su propia lengua, lo cual afecta su rendimiento escolar, su autoestima, su identidad y su vínculo con la cultura de sus pueblos. Este fenómeno ha contribuido a un progresivo debilitamiento del uso las lenguas originarias en las nuevas generaciones, quienes, enfrentadas a la discriminación y a la presión por adaptarse a un modelo dominante , optan por dejar de hablar, u ocultar, su lengua materna para no ser excluidas.
Adicionalmente, son muchos los factores que no favorecen la continuidad de las lenguas originarias: el contacto con pueblos aislados, la fragmentación del tejido comunitario en algunas comunidades nativas por presiones externas, así como la presencia de actividades ilícitas como la minería ilegal, la tala y el cambio de uso del suelo.
Frente a ello, urge que el Estado peruano asuma una propuesta decidida por el fortalecimiento y recuperación de las lenguas originarias, con una mirada no solamente de protegerlas como reliquias del pasado, sino de revitalizarlas como lenguas vivas, propias de nuestro país, útiles, importantes en el presente y el futuro de sus hablantes y con repercusiones positivas que nos alcanzan a todos como sociedad.
Fortalecer las lenguas indígenas no es un favor que el Estado hace a las minorías amazónicas, es un acto reivindicativo y una inversión en el patrimonio cultural del país. Cada lengua indígena que se salva en la Amazonía es una victoria contra el empobrecimiento cultural y una muestra de respeto por la diversidad que nos define como nación.
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