- Investigador advierte que la pérdida de bosques secos contribuye a la degradación de la tierra en esta parte del desierto y, además, afecta el hábitat natural de animales y plantas.
Por Ximena Mejía / xmejia@spda.org.pe
Mónica Chonta Ayala trabaja como guía turística en Nasca (Ica). Ella y otros colegas fueron alertados de la posible tala ilegal de huarangos ubicados en los alrededores de Cahuachi, un centro ceremonial construido durante la época prehispánica.
Al llegar al lugar constataron que unos sujetos habían dejado expuestas las raíces de estos árboles categorizados como “vulnerables” y que se encuentran protegidos por el Estado.
Todo indicaba que los huarangos iban a ser talados, por ello Chonta puso la denuncia ante el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor). Ante la alerta, agentes de la Policía Nacional llegaron a la zona, aunque días previos ya se había denunciado el hecho.
“Como guías turísticos salimos al campo a trabajar, y si vemos que están profanando el lugar, debemos llamar a las autoridades del Estado para que hagan su trabajo. Ellos también deberían salir y actuar a tiempo”, dijo Chonta en entrevista con Actualidad Ambiental.
El árbol de huarango (Prosopis sp.) es nativo del valle de Ica, puede sobrevivir en el desierto por miles de años gracias a sus raíces que alcanzan el agua del subsuelo. Además, es el hábitat de diversas especies de flora y fauna silvestre.
La remoción de estos árboles por parte de empresas agroexportadoras o por la invasión de terrenos para la expansión urbana ha generado una reducción dramática en la cantidad de bosques secos.
“Hace muchos años, Ica contaba con una cobertura boscosa de 50 mil hectáreas de boques que eran impenetrables. Sin embargo, ahora se calcula entre 1000 a 2000 hectáreas. Se trata de una reducción histórica bastante visible”, explica el biólogo e investigador de Huarango Nature, Alfonso Orellana García.
La organización logró monitorear la existencia de 150 especies de flora y 253 especies de animales que viven en los bosques secos y alrededores. La tala y quema de estos árboles es una práctica común en Ica y se realiza sin considerar el impacto sobre diversas especies y las mismas personas.
“Los bosques secos cumplen el rol de amortiguadores de la desertificación. Es decir, impiden que la arena del desierto empiece a ganar espacio. Lo que tenemos ahora son muestras representativas de lo que fue antes un bosque denso. Si matamos un árbol, matamos la casa de una centena de especies de plantas y animales silvestres”, resalta el experto.
¿Cuáles son las sanciones legales?
Frida Segura, abogada e integrante del Programa de Bosques y Servicios Ecosistémicos de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), explica que al ser una especie forestal amenazada por la tala ilegal existen dos formas de sancionar este delito: por la vía administrativa o por la vía penal.
El Reglamento para la Gestión Forestal de la Ley Forestal y de Fauna Silvestre, considera como infracciones muy graves las acciones de “talar, extraer o aprovechar recursos forestales, sin autorización”. La sanción implica el pago de una multa superior a los 39 mil 500 soles, lo que equivale a 10 Unidades Impositivas Tributarias (UIT).
Por otro lado, el Artículo 310° del Código Penal señala que el que destruye, quema, daña o tala, en todo o en parte, bosques u otras formaciones vegetales naturales o cultivadas que están legalmente protegidas, será reprimido con una pena privativa de libertad no menor de tres ni mayor de seis años.
“Asimismo, una persona que tala un árbol puede tener una sanción penal adicional si es que además se involucra en actividades de tráfico de la especie forestal”, dijo la especialista.
En este último caso, el responsable puede ser reprimido con pena privativa de libertad por un periodo no menor de cuatro años ni mayor de siete.
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