En quince años: más de 40 manatíes fueron rescatados y 31 regresaron a su hábitat en Loreto

Foto: CREA

  • Conozcamos más sobre el trabajo de CREA respecto a esta especie vulnerable cuya población se redujo debido al tráfico de fauna silvestre.

Por Mario Ramos / mramos@spda.org.pe

 

El manatí amazónico (Trichechus inunguis) es una especie vital para la sostenibilidad de los ecosistemas en la Amazonía. Si bien no tiene depredadores naturales, su población ha sido reducida en las últimas décadas debido a cazadores furtivos que buscan aprovechar su carne, así como extraer su piel y grasa para comercializarla.

Este mamífero, que se alimenta de plantas acuáticas, puede alcanzar 2.8 metros de longitud y pesar alrededor 450 kilos. Además, se caracteriza principalmente por su color negro y cuenta con una mancha blanca en la parte abdominal.

Según la población loretana que habita en cerca de los ríos, su población se ha reducido en los lagos y cochas, aunque no existen estudios oficiales sobre ello, ya que es muy difícil monitorearlos en las cuencas amazónicas. Según el Decreto Supremo 004-2014-MINAGRI, la especie está clasificada como vulnerable.

Cada 7 de setiembre se conmemora el Día del Manatí, y por ello Actualidad Ambiental conversó con Javier Velásquez, director del Centro de Rescate Amazónico (CREA), con la finalidad de profundizar sobre las amenazas y desafíos de esta especie, y su importancia dentro de la naturaleza.

Rol en la naturaleza

Según el especialista, la presencia del manatí en los lagos y cochas de la Amazonía es fundamental, debido a que tiene una dieta que se basa en plantas acuáticas como la guama, gramalote y el putu putu. Su rol en la naturaleza es justamente controlar el crecimiento de estas plantas que, en abundancia, suelen ser peligrosas para los ecosistemas debido a que bloquean el paso de la luz del sol a las profundidades, haciendo que no se desarrollen microorganismos en las aguas, los cuales son alimentos para los peces.

Si el manatí llegará a desaparecer en la Amazonía, agrega Javier Velásquez, estas plantas crecerían desmesuradamente, ahuyentando a los peces, afectando gravemente a los ecosistemas y a la población que vive de sus recursos.

Foto: CREA

Rescate y liberación

El Centro de Rescate Amazónico (CREA) es un proyecto que nació en Loreto, en el 2007. Inició cuando Javier Velásquez vio una cría de manatí en cautiverio en una oficina estatal, la cual había sido rescatada de cazadores furtivos. Lamentablemente, el ejemplar de esta especie estaba en malas condiciones: permanecía en una bandeja. En ese entonces no existía ninguna institución en el Perú con la capacidad de rehabilitar y cuidar a esa especie. Ese mismo año, según el especialista, contabilizaron 15 manatíes muertos en cautiverio debido al tráfico ilegal.

Tras este episodio, Velásquez decidió sacar adelante este centro de rescate. Y gracias a este trabajo de más de quince años, con el respaldo del Dallas World Aquarium de EE. UU., a la fecha han logrado rescatar a más de 40 ejemplares, de los cuales 31 han sido liberados en áreas naturales protegidas como Pacaya Samiria y la Reserva Comunal Tamshiyacu Tahuayo. En la última liberación, realizada en julio de este año, han regresado a la naturaleza 3 ejemplares de esta especie, los cuales son monitoreados.

“Al ser liberados, los manatíes van acompañados con un radio trasmisor en la cola. Esto permite monitorearlos por un promedio de 6 meses. Culminado estos 6 meses se considera una liberación exitosa”, explica Velásquez.

Actualmente CREA cuenta con 10 manatíes en rehabilitación programados para ser liberados el próximo año.

Foto: CREA

Proceso de recuperación

La mayoría de los especímenes llegan al centro siendo crías de pocos meses, los mismos que entran a un tanque de cuarentena donde se les realiza un análisis de su estado de salud en general. En este lugar empiezan un proceso para acostumbrase gradualmente a ser amamantados por los rehabilitadores, quienes se convierten en sus padres. Las crías toman una leche especial 6 veces al día y, posteriormente, se aumenta gradualmente la concentración de leche, porque al principio sus estómagos no están listos para digerirlas; este proceso de amamantamiento puede durar aproximadamente 2 años, hasta que sus estómagos están listos para digerir plantas acuáticas.

Culminado el proceso de amamantamiento, los manatíes pasan al área de destete, donde gradualmente se aumenta su dieta de plantas acuáticas, cuando el animal come en su totalidad plantas acuáticas, pasan al área de deliberación y es allí donde ya no tienen ningún tipo de contacto con los humanos con el fin de que estén preparados para regresar a la naturaleza. El proceso total para la liberación de un manatí suele durar por lo menos 3 años y con pesos cercanos a los 100 kilos.

Concientización para proteger a esta especie

En CREA, estos trabajos de liberación van acompañados de educación ambiental a la población de los lugares donde se suelta a los manatíes, debido a que son los mejores aliados para la preservación de la especie.

Asimismo, el centro de rescate realiza trabajos de concientización en Iquitos que, en un inicio, era el foco principal para la recepción de las crías provenientes de cazadores furtivos, ya que las personas solían adquirir estos animales para tenerlos como mascotas.

Una de las noticias más alentadoras, menciona Javier, es que -según estadísticas propias del CREA- el índice del tráfico de manatíes en Iquitos se ha reducido a cero.

“Aún falta mucho trabajo por hacer, ya que la región amazónica es demasiado extensa. Hay más de 2 mil centros poblados y hay lugares muy alejados. Principalmente ahora los rescates proceden de la zona de Putumayo y la zona del río Napo, que son lugares muy alejados”, menciona Velásquez.



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