Elecciones 2026: el mal menor versus el bien común
- “Atender la agenda ambiental es importante, pero finalmente se trata del Perú, de un país que necesita dejar de sobrevivir conectado a un respirador. Se trata de comenzar a buscar soluciones frente al crimen y la ilegalidad”.
martes
27 de mayo, 2025

Foto: Diego Pérez – SPDA
Escribe: Silvana Baldovino* / Directora de Biodiversidad y Pueblos Indígenas de la SPDA
El próximo año volveremos a la difícil tarea de elegir a nuestras autoridades, en un contexto marcado por más de 40 candidaturas, una nueva Cámara, partidos y agrupaciones políticas frágiles, muchas de ellas organizadas sobre la improvisación y con intereses particulares que priman sobre el bien común. ¿Llegaremos otra vez al mismo escenario de siempre: elegir el mal menor? Lo cierto es que no hay mal menor, solo el mal, ese que cala, infecta y va destrozando nuestro país, volviéndolo inestable y sin rumbo.
En ese contexto se mueve la agenda ambiental del país que, para decirlo sin rodeos, nunca ha sido una prioridad en los procesos electorales. Todo esto ocurre mientras la ilegalidad consume nuestros recursos naturales, de la mano con la corrupción, el crimen organizado y hasta la desidia.
La crisis climática ya no es una amenaza futura. Es una realidad que, sumada a nuestra propia geografía, nos expone a friajes, inundaciones, huaicos, incendios y sequías. Estos fenómenos, cada vez más frecuentes, evidencian la urgencia de actuar con claridad y decisión, poniendo al centro a las personas y nuestro futuro, no a la estadística momentánea que puede hacernos sonreír hoy sin dejar algo para mañana.
El Perú posee un patrimonio natural y cultural majestuoso. Pero seguimos sin definir qué hacer con esa riqueza ni cómo protegerla. En este proceso electoral, más de 27 millones de peruanas y peruanos tendremos en nuestras manos la posibilidad de decidir qué hacer con el país y con toda la riqueza que este alberga. ¿Será que esta vez el mal menor no se impondrá, si no el bien común?
En los últimos años, la pandemia y la constante convulsión política han dejado al descubierto nuestras múltiples necesidades y deficiencias como país. La debilidad del propio sistema ha permitido el avance de la informalidad y la ilegalidad. A esto se suman los incontables procesos por corrupción que involucran tanto a exautoridades como a funcionarios en ejercicio. Vivimos en un país donde el ambiente es solo un recurso más, y no el centro de nuestro propio desarrollo.
La agenda ambiental no puede seguir siendo postergada y debe incluir una propuesta clara de lucha contra la ilegalidad y todos los delitos que acarrea. Necesitamos estrategias articuladas, a nivel nacional y regional, para hacer frente a la corrupción, el crimen organizado y la cooptación. También es urgente abordar temas como la contaminación por mercurio, la recuperación de cuerpos de agua y zonas deforestadas. Pero lo primero es recuperar esos territorios y devolverlos al Estado de derecho. Esa es una lucha directa contra la minería y la tala ilegal, el narcotráfico, el tráfico de tierras y de vida silvestre, que han tomado nuestro país y están aferrados a no soltarlo. No podemos permitirnos perder esa batalla, ni podemos bajar la guardia.
Lo que está en juego no es solo la vida de peruanas y peruanos que enfrentan día a día estos flagelos, sino también nuestro patrimonio, nuestro futuro. La agenda ambiental debe ser abordada de manera transversal y desde una visión país, con el respaldo de la ciencia, el derecho y la economía, entre otras muchas disciplinas claves para nuestro desarrollo sostenible.
¿Qué deberíamos priorizar en esa agenda? La conservación y protección de la biodiversidad, nuestros mares, la gestión de los residuos, la seguridad jurídica de los territorios indígenas, los bosques, el suelo, la infraestructura. La lista de problemas ambientales es amplia, pero resolverlos no será posible si es que paralelamente no combatimos flagelos como la corrupción.
Según la Contraloría General de la República, los fondos perdidos por corrupción en los últimos años hubieran bastado, incluso, para combatir la pobreza en nuestro país. Este mal está presente en casi todos los organismos del Estado. Según el informe “Corrupción en cifras” de la Defensoría del Pueblo, al cierre del segundo semestre de 2024 se registraban 6152 casos de corrupción en gobiernos regionales y subnacionales.
Atender la agenda ambiental es importante en sí misma, pero finalmente se trata del Perú, de un país que necesita dejar de sobrevivir conectado a un respirador. Se trata de comenzar a buscar soluciones frente al crimen y la ilegalidad. Necesitamos que todos los poderes actúen en bloque, en todos los niveles.
Estamos destruyendo nuestro patrimonio natural, sí, pero también estamos mellando el derecho de todos a salud, la educación y el buen vivir. Pensemos en el bien común y no en el mal menor. El Perú parece inagotable, pero estamos perdiendo nuestro futuro día a día.
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