Conoce a los «Embajadores de la formalización»: hombres y mujeres que trabajan por la pesca artesanal
- Según Produce, un promedio del 60 % de los pescadores artesanales son informales, incluyendo aquellos que pescan desde una embarcación y aquellos que lo hacen desde la orilla.
- Los Embajadores de la formalización buscan cambiar esa realidad, impulsando el trabajo formal en diversas comunidades pesqueras del país, con el apoyo de la campaña Formales Por la Pesca.
miércoles
30 de abril, 2025

Mario Fiestas, armador artesanal y gerente de la Cooperativa Pesquera San José. Foto: Jorge Pezantes / SPDA
Por: Jackeline Reyes
Que levante la mano aquel que no ha sufrido al hacer un trámite. Ahora imagina que tu trabajo implica estar 5, 10, hasta 20 días fuera de casa, sin la posibilidad de ir a una ventanilla o sin acceso a internet para hacer tu trámite en línea. A eso, súmale que trabajas en una caleta costera y que para sacar tus permisos necesitas viajar una, dos o más horas a la capital de tu provincia o del departamento. Desalentador, ¿no?
Pues a pesar de todos esos obstáculos, hay hombres y mujeres que trabajan en la pesca artesanal, que han decidido afrontar todos los desafíos y apostar por la formalización. Para ellos, los permisos y carnés no son solo papeles, son la posibilidad de tener un trabajo más seguro, sin exponerse a multas, y ser reconocidos por las autoridades como trabajadores formales del mar. Por ello, son Embajadores de la formalización; es decir, agentes de cambio que promueven la formalización entre sus compañeros de trabajo y en su comunidad.
Trabajo seguro
Mario Fiestas nació en San José, una caleta de pescadores en Lambayeque. Desde el 2018 viene impulsando la formalización en su comunidad a través de la Cooperativa Pesquera San José, que surgió con el objetivo de formalizar a toda la flota lambayecana. Una misión que está a punto de lograr: hasta abril de este año, el 87 % de sus socios ya había obtenido el permiso de pesca definitivo para sus embarcaciones.
El armador sanjosefino explica que cuando comenzó todo parecía cuesta arriba, pues los permisos demoraban en salir y sus socios se empezaron a desanimar. Pero él siguió perseverante, y buscó aliados, como la campaña Formales Por la Pesca, que le está ayudando a alcanzar su objetivo. “Que alegría me da que desembarquemos en puntos autorizados. Que venga un fiscalizador y me levante mi documento para ver qué producto traigo y ver a qué mercado se dirige. Eso hemos ganado [con la formalización], pero queremos más. Queremos entrar en el tema comercial. Pasito a pasito lo vamos a lograr”, destaca Fiestas.

Julio Benites, buzo pulmonero artesanal de Paita. Foto: Diego del Río / SPDA
Unos kilómetros más al norte, en la calurosa Paita, Julio Benites nos cuenta que se inició en el buceo artesanal casi por curiosidad y que hoy lo ha convertido en su medio de vida. Julio es uno de los 900 buzos pulmoneros artesanales que existen en el Perú: ellos tienen un trabajo especializado, pues se valen solo de la capacidad de sus pulmones para contener la respiración y sumergirse entre 5 y 20 metros bajo el mar para capturar pulpo, erizo, otros mariscos y peces.
«Ahora que ya estamos formales, trabajamos tranquilos. Ya no nos escondemos. Nos enfrentamos a la autoridad, pero no con desafío. Nos enfrentamos para que nos fiscalice el recurso. La formalización es muy importante, vayan donde vayan», enfatiza Julio, quien es presidente de la Asociación de Buzos Pulmoneros del Puerto de Paita, y ha conseguido que cada vez más buzos tengan sus carnés de pescador y los protocolos sanitarios para sus embarcaciones.
Asimismo, junto con sus compañeros de otras asociaciones, han conformado la Federación Nacional de Buzos Pulmoneros Artesanales, una organización que impulsó la creación de la categoría de buzo artesanal pulmonero ante la Capitanía de Puertos (Dicapi), un paso vital para que trabajadores como Julio completen sus procesos de formalización.
Oportunidades de mercado
Desde Parachique, Sechura, Tania Ángeles nos cuenta orgullosa que las cinco embarcaciones que administra ya cuentan con el protocolo de habilitación sanitaria, brindado por la Autoridad Nacional de Sanidad e Inocuidad en Pesca y Acuicultura (Sanipes). Este es un permiso que garantiza que la pesca ha sido capturada con todas las medidas de higiene y salubridad, lo que les brinda a los pescadores la oportunidad de vender sus productos a nuevos clientes, como las plantas procesadoras que exportan la pesca.
“[El protocolo] nos facilita poder descargar en cualquier muelle sin inconvenientes, sin temor a ninguna multa y así poder trabajar tranquilos”, explica Tania, y hace un llamado: “Yo les diría a las mujeres que trabajan en la pesca que sean valientes, que no tengan miedo. Si bien es cierto cuando escuchamos ‘pesca’, podemos decir que son los varones que salen a la pesca, pero en tierra somos nosotras que nos quedamos encargadas. Hagámoslo por nosotras mismas, por nuestro trabajo”.

Tania Ángeles, armadora pesquera artesanal de Parachique. Foto: Jorge Pezantes / SPDA
Reconocimiento local
En el 2022, cientos de pescadores de Ancón, en Lima, además de vendedoras, fileteras y limpiadoras vieron detenido su trabajo afectado tras el derrame de petróleo de Repsol que azotó la costa central peruana. Este hecho sirvió de impulso para mujeres como Mirtha Gamarra y Gladys Bustamante, trabajadoras del muelle de Ancón, quienes al no tener ningún documento que las identificara como trabajadoras del sector pesquero, no pudieron figurar en la lista de afectados o solicitar alguna compensación.

Mirtha Gamarra, fileteadora del Molo Muelle de Ancón. Foto: Jorge Pezantes / SPDA
Ellas y sus compañeras se dedican a actividades complementarias a la pesca, como el fileteo de pescado, el jalado de cajas con pesca y el amarrado de costales con hielo para las embarcaciones. La formalización de su asociación les ha dado la oportunidad de ser visibles ante las autoridades y ante la ciudadanía.
“Nosotras ya habíamos pensado en formalizarnos, pero luego del derrame, esa necesidad creció porque no fuimos reconocidas como trabajadoras afectadas por el desastre”, cuenta Mirtha. Hoy, ella es la presidenta de la Asociación de Pescadoras y Fileteadoras del Molo Muelle de Ancón, organización que vela por sus derechos y busca mejorar sus condiciones y su ambiente de trabajo.
Por su parte, Gladys, presidenta de la Asociación de Amarradoras y Jaladoras del Molo Muelle de Ancón, enfatiza que la formalización les brinda confianza, para que sus colegas pescadores y la ciudadanía en general valoren más su trabajo. “Yo les diría a las mujeres que trabajan en la pesca, que se formalicen, que se organicen para tener su asociación. Es difícil, pero no imposible”, alienta.

Gladys Bustamante, amarradora y jaladora artesanal, trabajadora del Molo Muelle de Ancón. Foto: Jorge Pezantes
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