‘Amazonizar’ el mundo para salvarlo

Escribe Alain Muñoz / Eco Com y Miembro de la Plataforma Climática Latinoamericana.

Un pequeño colegio amazónico enfrenta el cambio climático con mejores resultados que programas gubernamentales y de Naciones Unidas. Lo más visible es la producción orgánica autosuficiente, un colegio, una clínica y un hotel en la Amazonía ecuatoriana. Todos con electricidad propia, internet, y eficientemente atendidos por la población local. Lo invisible es más difícil de describir, pero quizás sea lo más importante.

Cada año, un “finquero”, como se conoce a los pequeños propietarios de tierra en la Amazonía ecuatoriana, recibirá 80 dólares por hectárea de bosque que mantenga en pie. Casi tres veces más que en un programa gubernamental similar. Además, no presentará títulos legales del terreno, que la mitad de la población no tiene. Más que un título, allí vale la posesión “desde siempre”, reconocida por la comunidad y los vecinos.

Los 80 dólares por hectárea también son más de lo que ganarían deforestándola. Igualmente, es lo único real comparado con programas semejantes de Naciones Unidas, que no llegan hasta ese lugar. El modelo es una alternativa para beneficiar a la gente de la zona, diseñado con una visión desde dentro del problema.

Se va a probar con 7 “finqueros”, que suman más de 100 hectáreas, en la vecindad del colegio técnico Yachana. Está ubicado en plena Amazonía del Ecuador, a orillas del río Napo, a 7 horas de bus desde Quito y 15 minutos adicionales de lancha.

El proyecto de los “finqueros” no sería posible sin el colegio Yachana. Este es cofundador de la fundación Kaya, que lo promoverá en Estados Unidos y Europa. Kaya identificará donantes extranjeros, que aportarán entre $60 a $140.

Con cada 500 dólares reunidos, se podrá mantener en pie una hectárea de bosque, durante 5 años. 400 U$ irán directamente al “finquero”, a razón de 80 U$ cada año. Los restantes 100 U$ irán para monitoreo y educación.

Los estudiantes forestales de Yachana realizarán el monitoreo, utilizando el Sistema de Posicionamiento Global (GPS, por sus siglas en inglés), basado en satélites. También, un Sistema de Información Geográfica (SIG), desarrollado por la universidad de Standford. “Es lo más viable que hemos visto”, dijeron funcionarios de la cooperación alemana.

Yachana llega hasta las familias de los estudiantes, influyendo en 45 comunidades vecinas. Tiene una granja orgánica, un hotel, una agencia de viajes, una clínica, micro-empresas, y hasta una fundación registrada en Estados Unidos, para recibir donaciones deducibles de impuestos.

El colegio recibe aproximadamente 80 estudiantes cada año, que permanecen 21 días en él y 7 en sus hogares. Hasta sus aulas son innovadoras: totalmente abiertas, utilizan toda la Amazonía circundante como la verdadera gran aula.

Su granja orgánica abastece mucha de la alimentación, incluso para los 3.000 visitantes anuales del hotel. Pero también es el medio que difunde técnicas de agropecuaria sostenible.

Para Mariana Conforme, es muy clara la diferencia con quienes no estudian en Yachana. “Ellos cultivan cacao y café sólo para vender; nosotros, para comer mejor. Ellos no sabrían el tiempo adecuado para sembrar otros cultivos y utilizarían productos químicos; nosotros orgánicos”, dice.

Yachana también es autosuficiente en energía, con un sistema híbrido. Es uno de los pocos lugares remotos de la Amazonía con electricidad e internet permanente. Aprovechan lo que allí abunda: el sol y la lluvia.

Paneles solares proveen 2 mil watios y, cuando se nubla o llueve, una central hidroeléctrica genera otros mil watios. Más pequeña que el motor de un camión, fue construida con tecnología adaptada.

La central forma parte de un sistema que canaliza agua de lluvia acumulada en una altura natural. Al bajar, genera electricidad y, además, alimenta piscinas para crianza de peces. Pronto tendrán más energía con biodigestores, utilizando los gases de los baños de Yachana Lodge, el hotel del colegio.

Los premios que recibió el hotel hablan de su calidad. Entre otros, mejor ejemplo de geoturismo, de National Geographic; y Ecoturismo Award, de la Asociación Internacional de Profesionales de Turismo.

También fue finalista de Turismo de Futuro, mientras que Smart Voyager certificó que cumple estándares de conservación de vida silvestre y protección de aguas, así como del bienestar de trabajadores y comunidades locales. Evidentemente, Yachana generó oportunidades que los estudiantes y sus familias no tenían antes.

Menos formalmente, el colegio también ha sido reconocido. La costarricense Universidad de la Tierra, prestigiosa internacionalmente, destinó al colegio técnico Yachana el 20% de sus becas disponibles para Ecuador. “Son unos de los mejores estudiantes del país”, dijo el representante de esa universidad.

Las agencias de turismo y los hoteles de Ecuador piden estudiantes de Yachana como pasantes o practicantes. “Son muy trabajadores y amables”, afirman. Expresivos, seguros, y muy orgullosos de ser lo que son, muestran y explican a los visitantes, tanto el colegio como la selva. Muchos de ellos lo hacen en inglés fluido, y algunos están estudiando portugués.

Quizás el momento cumbre para el turista ocurra en el mirador del río Napo. A varias decenas de metros sobre el nivel del río, se divisa su curso a distancia. Parece surgir del centro del horizonte. Allí, en la noche, los guías locales proponen apagar las linternas y guardar silencio por 15 minutos.

Sólo brillan las estrellas en el cielo y sólo se escuchan los sonidos de la selva. Los límites del yo se diluyen y uno parece fundirse con la naturaleza… Con esa inspiración, surgen nuevas comprensiones.

L@s amazónic@s viven sin depredar, porque comprenden su ecosistema, y respetan tanto su dinámica como sus ciclos naturales. Dependen de su eco-sistema; y su eco-sistema también depende de ellos. Ese principio arraigado multiplica buenos resultados, cuanto se combinan conocimientos y tecnologías ancestrales y actuales, como en Yachana.

Entonces se comprende que son la economía y la política no-amazónicas las que están acabando con la Amazonía. En vez de “internacionalizar” la Amazonía, para salvarla, como propusieron a Cristovão Buarque; habría que “amazonizar” el mundo, para salvarlo, como proponía Chico Mendes.



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