Aguaje: entre la tradición y la urgencia de una cosecha sostenible
- Es el fruto más representativo de Loreto, no solo por ser considerado un súper alimento, sino por su relevancia cultural en la Amazonía peruana.
jueves
4 de septiembre, 2025

Foto: Marlon del Águila / CIFOR-ICRAF-GLF
Cada septiembre, la Amazonía peruana entra en temporada de aguaje. Este fruto, considerado un superalimento y parte esencial de la cultura en Loreto, sostiene a cientos de familias que lo recolectan y venden en mercados locales. Se estima que, solo en esta región, se consumen unas 50 toneladas diarias.
Sin embargo, obtenerlo no es tarea sencilla. Con palmeras que alcanzan entre 25 y 35 metros de altura, muchas comunidades dependen todavía de la tala de los árboles para acceder a los racimos. Esta práctica, repetida por generaciones, amenaza hoy no solo la disponibilidad del recurso, sino también al ecosistema de aguajales, hábitat de serpientes, jaguares, tapires, guacamayos y numerosas especies que dependen del fruto y de la cobertura del bosque.
“Mi esposo tumba la palmera y yo me encargo de separar los frutos del racimo”, cuenta Kandy, secretaria comunal de San Francisco. “Al inicio de la temporada sacamos de tres a cuatro sacos diarios y cada uno lo compran a 20 soles”. La cosecha de aguaje provee un impulso a las vulnerables economías familiares que se basan en actividades diversas como la pesca, la agricultura y la caza, entre otras.
San Francisco es una comunidad dentro de la Reserva Nacional Pacaya Samiria, un área natural protegida de Perú considerada una de las áreas de mayor biodiversidad de la Amazonía. Los aguajales de palmeras altas y suelos inundados cubren el 57 % de su extensión, por lo que muchas poblaciones amazónicas ven en este ecosistema una fuente primordial de ingresos estacionales y de alimento.
“Nuestros ancestros antes nos enseñaban que cuando llega la temporada, se tumban las palmas y recogen los frutos”, cuenta Alexandro Lache, el apu (líder comunitario) de San Francisco. Otros recolectores, consideran que es la forma viable de obtener el fruto. “Aunque siempre hemos pensado que derribar el árbol es la forma más rápida, ahora sabemos que para el próximo año ya no podremos sacar frutos de ahí”, añade Kandy.
Ciencia y comunidades frente al reto
“El aguajal es el ecosistema más representativo de las turberas amazónicas en Perú, las cuales son muy importantes para las reservas de carbono del país. En algunas zonas inundadas la descomposición lenta de las hojas y raíces de la palmera de aguaje han formado en cientos o miles de años, capas de suelo que llamamos turba, donde grandes cantidades de carbono son almacenadas”, explica Kristell Hergoualc’h, científica sénior del Centro para la Investigación Forestal Internacional y Centro Internacional de Investigación Agroforestal (CIFOR-ICRAF), quien junto a socios de organizaciones locales está liderando un proyecto que busca codiseñar prácticas de manejo sostenible del aguaje con las propias comunidades y las autoridades nacionales a cargo.
“Este tipo de cosecha, que consiste en la tala selectiva de palmeras hembras causa emisiones de gases de efecto invernadero y altera el ecosistema: con menos palmeras hembras se reduce la capacidad de reproducción y repoblación del pantano. Menos palmeras también significa menos alimentos para los animales. Y además, con menos palmeras hay menos hojarasca y raíces y, por lo tanto, menos acumulación de turba en los pantanos”, señala Hergoualc’h.
“Hay una demanda creciente del fruto de aguaje y eso también genera vulnerabilidad para el recurso, si no es manejado adecuadamente”, explica Gabriel Hidalgo, biólogo del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP), institución adjunta al Ministerio del Ambiente del Perú.

Foto: Marlon del Águila / CIFOR-ICRAF-GLF
Primeros pasos hacia un cambio
Durante un taller realizado en las comunidades de San Francisco y Chanchamayo para presentar el proyecto “Manejo sostenible de turberas de aguajales por las comunidades locales”, algunos habitantes compartieron cómo intentan cambiar las prácticas de cosecha.
Por ejemplo, en San Francisco, los pobladores indicaron haber recibido asesoría del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp) para aprender a escalar la palmera de aguaje y solo cortar los racimos sin necesidad de talar la palmera. “Es una gran ventaja porque así el aguaje seguirá dando frutos (hasta por 40 años) y los racimos que aún no han madurado podrán hacerlo”, afirma Belvi Lopez, agente municipal de la comunidad.
Sin embargo, la práctica de escalamiento en las comunidades visitadas aún es incipiente y es apenas el primer paso hacia la adopción exitosa de prácticas de cosecha sostenible. Las comunidades necesitan mucho más que aprender a escalar palmeras, se requieren estrategias integrales de desarrollo de capacidades, claridad sobre la normativa para la gestión de recursos en sus territorios y regulaciones simplificadas que sean coherentes con sus realidades, entre otros mecanismos.
“Las comunidades son claves para la implementación de cualquier proyecto que apunte a promover estrategias para el manejo sostenible, pues son ellas las que van a desarrollarlas con el apoyo de los equipos técnicos”, indica Hergoualc’h.
“Sabemos que no todos aquí podemos escalar la palmera para llegar al aguaje. Pero con estos talleres que vienen por delante la gente aprenderá nuevas formas y se incentivará más”, apunta el Apu Alexandro. “Yo sé que con el tiempo todos vamos a cambiar nuestra mentalidad para poder tener los recursos del aguaje más cerca y sostener a nuestras familias ahora y en el futuro”, añade Belvi.
Información y derechos para conservar
Según el mapa de humedales de Loreto, los aguajales abarcan más de 5 millones de hectáreas en la región. “Pero no todos los aguajales son iguales”, afirma Hidalgo. Aunque las comunidades son las que mejor conocen los aguajales en sus territorios, las herramientas con las que cuentan para monitorearlos son limitadas.
Para facilitar este proceso el equipo del IIAP junto con las comunidades instalará parcelas de monitoreo en zonas de uso activo, que medirán la densidad de las palmeras, así como la profundidad de la turba, para estimar la biodiversidad y reservas de carbono. Además, para obtener información a mayor escala, el proyecto está utilizando drones para captar imágenes de los aguajales que las comunidades aprovechan.
Los investigadores tienen como meta identificar los desafíos y oportunidades para mejorar la economía de las familias que apuestan por conservar el aguaje en pie. “La tarea pasa por mejorar la comprensión de la cadena de valor y sus actores, de identificar oportunidades y de mejorar la participación de todos los miembros para una distribución equitativa de los beneficios”, indica Pérez.
Además, se trabajará en facilitar el entendimiento de la documentación necesaria para diseñar planes de manejo, uno de los requisitos para aplicar a los contratos de aprovechamiento. “La idea es acompañar el proceso con herramientas que fortalezcan el derecho de las comunidades a manejar sus recursos, dentro y fuera de áreas protegidas”, señala Fernando Arévalo, especialista de la SPDA. “También es necesario colaborar con las autoridades para adaptar los marcos normativos para que sean funcionales y accesibles”.
Datos:
- El proyecto “Manejo sostenible de turberas de aguajales por las comunidades locales” es liderado por CIFOR-ICRAF, en consorcio con el Instituto del Bien Común (IBC), la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA) y el Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP). Cuenta con el apoyo de la Iniciativa Darwin del Gobierno del Reino Unido.
- Lee el reportaje completo en la web de CIFOR-ICRAF en este enlace.
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