Después de un viaje de tres horas y media en deslizador desde Iquitos, la Comunidad Campesina Samito, en el distrito de Alto Nanay, se asoma frente a innumerables árboles frondosos, mientras algunos de sus 552 habitantes esperan sentados cerca a las orillas del río Nanay.

Gracias a que viven en la zona de amortiguamiento de la Reserva Nacional Allpahuayo Mishana, en donde se conservan los bosques de varillales y chamizales de arena blanca, los habitantes de Samito mantienen a sus familias a través del uso de los recursos naturales como madera y frutas.

Por años, los dirigentes trabajaron para obtener su titulación y formalizar sus actividades. Pero, debido a una descoordinación entre instituciones y a la falta de acceso a la información, el proceso se estancó. En 2004, la Reserva fue declarada ante la sorpresa de los pobladores y la desconfianza hacia las autoridades aumentó, provocando que la relación entre ellos sea tensa y complicada.

El inicio del cambio

Desde noviembre de 2015, cuando el proyecto Conservación para la Paz llegó a Samito, cinco líderes locales -que destacaron por sus capacidades y empatía- fueron elegidos por sus compañeros para iniciar el proceso que los convirtió finalmente en “Agentes de Paz”.

Junto a ellos, las autoridades identificaron que los obstáculos de la comunidad para su titulación podría ser un potencial conflicto debido al desconocimiento sobre el uso adecuado de los recursos naturales y las competencias de las autoridades en un Área Natural Protegida.

Sin embargo, mientras las coordinaciones entre las instituciones competentes avanzaba a un ritmo pausado, dos pobladores que trabajaban extrayendo madera dentro de la reserva fueron intervenidos por las autoridades y fueron encarcelados después de decomisar sus herramientas de trabajo.

En respuesta, un grupo de la comunidad planeó iniciar una movilización en la ciudad de Iquitos para exigir la liberación de sus compañeros bajo el argumento de que al no contar con un título, no tenían suficiente información sobre las prohibiciones y permisos para trabajar en el área. Días después, los miembros del proyecto y agentes de paz intervinieron para calmar, sensibilizar y comprometer a los miembros de la comunidad a iniciar un proceso de diálogo.

Estas acciones fueron complementadas con reuniones formales e informales que buscaron socializar y devolver la confianza a los pobladores y autoridades del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp).

Así, mientras las acciones de mediación avanzaban, los Agentes de Paz y los dirigentes comunales comenzaron a organizarse y a gestionar con las diferentes autoridades locales y luego de meses -gracias a consensos y trabajo conjunto con el Gobierno Regional de Loreto- obtuvieron el título de propiedad en noviembre de 2016.

Este es considerado el logro más importante para la comunidad, gracias al trabajo de estos líderes locales estos procesos tendrán una sólida gestión de conflictos.