Voces de Madre de Dios #7: Los Harakbut

Escribe: Guillermo Reaño #MadredeDiospuede

Wili Corisepa es un artista harakbut y activista por la Amazonía. Él pertenece a la comunidad de Shintuya, ubicada en un borde mágico del Parque Nacional del Manu.

Wili está de paso por Puerto Maldonado. Ha venido a visitar amigos y a trabajar en la elaboración de murales y piezas gráficas en las calles de la ciudad. Es –no me cabe ninguna duda- un habitante del bosque, un bosquesino que ama la cultura de su pueblo y lucha por preservarla.

Hasta no hace mucho, a los harakbut se les denominaba simplemente mashcos. Recién desde los años 80 se les empezó a llamar con el nombre que hasta hoy se usa, que en la lengua original significa “gente”, “humanidad”.

Los estudios antropológicos que se han realizado indican que posiblemente fueron 18 los grupos que constituyeron a los harakbut. Algunos de ellos: los wachipaeris y los amarakaeris.

Según los datos del Ministerio de Cultura, 4215 personas se reconocen como harakbut en nuestro país. Dos de ellos son Wili y su primo, Jaime Corisepa. Este último fue presidente de la muy activa FENAMAD, la federación indígena que agrupa a las comunidades nativas de Madre de Dios y el Cusco.

Espíritu guerrero
La historia de los harakbut es épica y está llena de relatos que demuestran su imbatible fortaleza y su espíritu guerrero. Como cuando el ejército incaico de Túpac Yupanqui se vio forzado a abandonar el territorio harakbut, debido al ímpetu de los flecheros indígenas que vendieron cara su derrota.

Lo que no pudieron hacer los incas lo lograron los caucheros. Se dice que el 90 por ciento de la población harakbut sucumbió durante la terrible fiebre de la goma. El mismísimo Fitzcarrald los contactó a fines del XIX y los hizo parte de su ejército personal.

A fines de la década de los setenta, su territorio fue invadido por las hordas mineras que llegaron de la sierra, principalmente, atraídos por el oro que se podía extraer de sus playas. Así, el río Inambari se convirtió de ponto en un gigantesco lavadero.

Años después, por si fuera poco, el gobierno peruano les entregó a Hunt Oil y Repsol-YPF el famoso Lote 76. Allí ardió Troya. Los harakbut se alzaron en armas de nuevo y, con la ayuda de miles de personas alrededor del planeta, lograron detener las pretensiones de las empresas hidrocarburíferas.

En fin, seguimos avanzando. Esta semana, gracias al impulso de la especialista en turismo Any León y sus compañeros de ruta, la campaña #MadredeDiosPuede fue tendencia en Twitter.



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