¿Perdidos en un bypass? A propósito de la ampliación de la avenida Aramburú

Foto: Municipalidad de Lima.

Escribe Anna Zucchetti (*)

 

“¡Primero los vecinos, después el negociado!”. “¡No al tercer carril!”. Estas fueron algunas de las arengas de vecinos de San Isidro, Surquillo y Miraflores en las afueras del Chifa Asia el viernes pasado, donde la Municipalidad de Lima había convocado a una reunión informativa sobre el proyecto de la nueva avenida Aramburú. Las protestas surgen tras el anuncio del alcalde Luis Castañeda quien, avalado por el Concejo Municipal, busca añadir dos nuevos carriles en la av. Aramburú.

Castañeda asegura que con esta ampliación se reducirá el tráfico y la contaminación. Además, ha prometido habilitar rampas para discapacitados, reubicar 48 árboles y plantar otros 500. Lástima que la Municipalidad no explique casi nada: ni cómo se reducirá el tránsito, cómo se reubicarán los viejos ficus y tipas con sus enormes raíces, dónde se ubicarán los nuevos plantones o cómo se reducirá la contaminación ambiental. El Alcalde no puede explicar todo ello porque no sabe cómo hacerlo: no ha hecho conteos de vehículos, ni estudios de calidad del aire, ni ha previsto cómo castrar los árboles antes de su trasplante.

La experiencia internacional –y los fallidos experimentos viales de Lima– han demostrado que incrementar el número de carriles no es la solución al caos vehicular de Lima, y que no tiene efecto sobre el tránsito. Al contrario: incentiva el uso de la nueva avenida por un mayor número de vehículos que “se embotellan” un poco más allá. Los atracones del bypass de 28 de julio lo demuestran.

Por ello, la terquedad de la Municipalidad de Lima es difícil de entender. Y la reticencia de los vecinos a gastar más plata en obras inútiles es razonable.

Ya todos sabemos que la solución al tránsito de Lima pasa por una reforma integral del transporte público, la racionalización de las rutas, la ampliación del Metropolitano y del Metro. También sabemos que se necesita crear una Autoridad Autónoma que –con buen pulso– lidere las reformas y ponga orden en este caos en el cual los limeños perdemos en promedio dos horas diarias de nuestras vidas.

Todos sabemos, también, que la solución al verde de la ciudad no pasa por sembrar plantoncitos en la periferia, pues requiere –precisamente– conservar los corredores verdes, conectarlos al precario tejido de parques existente, densificar la ciudad ganando nuevos espacios públicos y coser todos los fragmentos de la estructura ecológica (los parques grandes y pequeños, las lomas, los humedales, los huertos, los techos y muros verdes) para crear un sistema de espacios abiertos.

Y aunque sabemos que reducir –en serio– la contaminación atmosférica requiere renovar la flota vehicular, chatarrear las unidades viejas, reducir el consumo de petróleo sucio, además de ampliar las ciclovías y plantar millones de árboles, la actual gestión no ha puesto interés y el presupuesto en ello.

La resistencia de los vecinos, preocupados por una ciudad más humana y habitable, es más que justificable. La Municipalidad de Lima debería escucharlos, aprender de ellos y liderar las grandes reformas urbanas que todos necesitamos. Sin embargo, parece que hace rato se atracó en su bypass.

 


* Anna Zucchetti es consultora ambiental, directora de PERIFERIA SAC.



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